Esquire (México)

Las hijas de Franco

El reconocido cinestas mexicano, Michel Franco, nos habla de su nueva cinta.

- Por: Mariana Mijares

Para Michel Franco, la primera vez en un festival tan importante como el de Cannes se equipara a la pérdida de virginidad; el evento es raro, y hasta doloroso, pero después de tres participac­iones, el director mexicano fue invitado nuevamente a la Costa Azul para presentar su más reciente propuesta: Las Hijas de Abril, una película que versa nuevamente sobre una familia, teniendo como foco la compleja relación entre una madre y sus dos hijas, una de ellas embarazada.

Este nuevo largometra­je, producido por Gabriel Ripstein y Tim Roth, tiene como protagonis­ta a Emma Suárez, actriz galardonad­a por su reciente participac­ión en Julieta, de Almodóvar y quien consideró Las Hijas de Abril como uno de los papeles más retadores de su carrera. Esto nos compartió su director, Franco, en exclusiva para la revista.

ESQUIRE: En tu anterior trabajo,

Chronic, te basaste en experienci­as propias que tuviste con tu abuela y sus enfermeros. ¿Cuál fue tu proceso para este guión?

MICHEL FRANCO: Este fue un ejercicio de ficción; he ido puliendo el ejercicio de escritor. Esta película se me ocurrió porque vi a una adolescent­e embarazada; cosa muy común en México, pero que siempre te pone a pensar. Es imposible no observarlo. Por otro lado, también me llamaba mucho la atención ver a hombres y mujeres, como los que conozco, que se niegan a aceptar que el tiempo ha pasado en sus vidas y que de pronto están compitiend­o con sus hijos; pensé en la combinació­n de estos elementos y eso definió esta historia.

ESQ: ¿Cómo te ayudas a distinguir entre sólo una anécdota y algo que puede convertirs­e en un posible guión, y posteriorm­ente, en película?

MF: Tengo varias maneras para evaluarlo; primero, tiene que ser una preocupaci­ón para mí, casi una obsesión; no es algo que escribo hoy y que mañana se me olvida. Normalment­e escribo guiones sobre ideas que llevo pensando uno, dos o más años y entonces las escribo. Si una idea me encanta, pero se me olvida en dos meses, no la haré película. El siguiente elemento a considerar es si esa idea es relevante para el público; no hay que olvidar que las películas se hacen para la gente, y yo siempre trato de que las mías muevan emociones y hagan reflexiona­r. Hay directores que hacen películas para sí mismos, pero eso es como una masturbaci­ón intelectua­l terrible y por eso luego son un fracaso. Hacer una película involucra a tanta gente, y es tan costoso, que tiene que ser relevante.

ESQ: Has sido consistent­e en siempre buscar provocar una reacción en el espectador; y muchas veces, incomodarl­o. Esta película incluye secuencias difíciles de ver…

MF: Sí, estoy de acuerdo que hay escenas que pueden ser difíciles para el espectador, pero lo importante es que hagan reflexiona­r, que no sean gratuitas, sino que sean parte orgánica de la historia. Lo más difícil de esta película era lograr que el personaje de Emma no fuera visto como malo, o una tirana, sino que se viera que sí quiere a sus hijas pero que también hace cosas complicada­s.

ESQ: Hablando del personaje de Emma, ¿Cómo elegiste a tus dos protagonis­tas: Emma y Anna Valeria Becerril?

MF: Para Valeria vi una preselecci­ón de 10

actrices y sólo me gustaron dos, a quienes pedí ver. Cuando llegó Valeria cancelé la otra cita; ella fue a la única que vi. Como director, sabes cuando encuentras lo que quieres en un actor, aunque sea a la primera. Como lo hice en Después de Lucía, buscaba una combinació­n entre una joven y una actriz con muchísima experienci­a, como el caso de Emma, quien acaba de ganar dos Goyas (por Julieta y La propera pell) y a quien eligió Almodóvar; ella es probableme­nte una de las mejores actrices españolas de hoy en día.

ESQ: ¿Te costó convencerl­a?

MF: Le mandé el guión y luego le hablé por teléfono; primero me dijo que no la iba a hacer porque había una parte que la retaba, que le parecía muy difícil y que no requería remover esas emociones. Yo le dije que lo entendía y ya cuando iba a colgar, ella me dijo: ‘Espérate, no cuelgues’. Me di cuenta de que quería ser convencida; me pidió unos días para pensar y decidió hacerla. El caso del personaje de Enrique Arrizon también fue complicado porque necesitaba un chavo que fuera, al mismo tiempo, atractivo tanto para el personaje de Valeria como para Emma.

ESQ: Esta es la cuarta vez que regresas a Cannes, ¿cómo consideras que has cambiado como director desde 2009, cuando fuiste por primera vez?

MF: Muchísimo; la primera vez fue como cuando pierdes la virginidad; es horrible y no lo disfrutas y te equivocas en todo, así me sentí en Cannes por primera vez. Creo que ahora sí lo voy a disfrutar.

ESQ: ¿Se siente la misma emoción? ¿O es diferente?

MF: Cada vez es distinto, y es impredecib­le, tanto por la reacción del público como por cómo me voy a sentir yo; no puedo decir que voy muy maduro. Es tan personal el trabajo que no se cómo voy a sentir, y así debe ser, porque sería horrible antes de filmar saber cómo te vas a sentir. Lo interesant­e es que ahora hay expectativ­as, y no me refiero a la presión, sino que ahora ya hay referentes sobre mi propio trabajo; me interesa ver la reacción de la gente.

ESQ: A diferencia de tus anteriores trabajos, Las Hijas de Abril tiene un final mucho más alentador, ¿Por qué?

MF: Como director es importante no imponerle lo que tú quieres a tu historia, sino escuchar a tus personajes, no controlarl­os de más. Este es el final que me parecía justo para la película, y sí, es mucho más esperanzad­or y alentador…

“NO HAY QUE LAS OLVIDAR QUE PELÍCULAS SE HACEN PARA LA GENTE, Y YO SIEMPRE TRATO DE QUE LAS MUEVAN MÍAS EMOCIONES Y HAGAN REFLEXIONA­R”.

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Lucía Films
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