Con cara de
Estimados lectores del diario de los deportistas, por considerarlo de interés general, en esta ocasión me tomaré la libertad de compartir con ustedes la experiencia que significó recibir, por fin, la vacuna contra el Covid. El domingo por la noche empezaron a llover mensajes en los que se anunciaban las buenas nuevas: “Esta semana inicia la vacunación para vecinos de Coyoacán y Tlalpan”.
El lunes, muy temprano por la mañana, ingresé a la página vacunación. cdmx.gob.mx y al teclear mi CURP, me enteré de que, en virtud que mi apellido inicia con la letra “B”, me tocaría el miércoles 24 de marzo a las 13 horas.
La cita fue en el Centro de Estudios Superiores en Ciencias de la Salud, de la Marina, en Calzada de la Virgen 1800. Como tuve que dejar mi coche en donde el diablo perdió el capote, llegué a las 13:06 horas, me formé en la fila, de inmediato me ofrecieron gel desinfectante y un amable joven me revisó (superficialmente) mi INE y me entregó una ficha verde, un cartón enmicado como de 25 centímetros.
Lo peor, ocurrió durante la media hora que duró la fila: toda vez que, su sana distancia brilló por su ausencia. Atrás de mí, venía una viejita que le costaba mucho trabajo caminar. Cuando yo pensaba que deberían de darle un tratamiento especial a los que más lo necesitaran y debido a que su hija pidió una silla de ruedas, fue que me enteré que también existían las fichas rojas, que era la que le debieron entregar desde un principio a mi vecina. A la viejita la adelantaron, pero no le dieron una silla de ruedas. Al entrar, me revisaron más escrupulosamente el INE, me tomaron datos en unas mesas y ya me pasaron a vacunar, mientras que Susana brillaba por su ausencia.
A un grupo de 8 personas se nos dio una explicación de los efectos colaterales y nos inyectaron.
Le solicité a la vacunadora ver el frasquito y amable me lo mostró. Nos pasaron a unas sillas a esperar 10 minutos efectos colaterales y luego nos dieron permiso de salir. Una hora con 10 minutos tomó el procedimiento. No me dolió ni presenté algún malestar. No nos ofrecieron agua, ni una fruta o golosina, por lo que me quedé … con cara de palanqueta.