Esto

Estirpe guerrera

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Parece que fue ayer cuando entró en la Redacción de ESTO una llamada telefónica de la estadounid­ense Christy Martin, quien nos pidió abogar para que la Comisión de Boxeo del Distrito Federal autorizara su pelea de revancha (desempate, en realidad) contra la mexicana Laura Serrano, dentro de la cartelera en que se enfrentarí­an JC Chávez y Miguel Ángel González, el 7 de marzo de 1998 en la plaza México.

El anuncio del choque entre las bravías amazonas se había hecho de manera prematura por parte del promotor Don King, de modo que el tiempo no alcanzó para una gestión de ese tamaño. Esto ocurrió durante el periodo de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano como gobernador de la Ciudad de México.

Gracias a los buenos oficios de Don José Sulaimán, el ingeniero Cárdenas Solórzano no tardó en emitir el acuerdo histórico que permitía el pugilismo de mujeres. Fue así, que Mariana Juárez sostuvo su primer combate de paga el 22 de mayo de aquel mismo calendario 1998, y se apuntó un triunfo por nocaut en dos giros sobre la también debutante Virginia Esparza.

Ya nada detendría la fuerza del pugilismo femenil. La histórica Ana María Torres hizo su presentaci­ón como profesiona­l el 3 de julio de 1999 en la Arena México, precisamen­te contra Mariana Juárez, a la que venció por puntos en cuatro rounds de dos minutos. El encuentro fue de emociones intensas y terminó en forma tan cerrada, que daría paso a la primera trilogía de su género.

Christy Martin fue pionera en Estados Unidos y, como ya vimos, su fama vino a influir en el venturoso arranque del pugilismo femenil en nuestro país.

Martin, junto a la holandesa Lucía Rijker y la británica Bárbara Buttrick, forma el trío de las primeras damas elegidas para el Salón de la Fama del Boxeo Internacio­nal, dentro de la clase 2020.

Christy Martin, Laura Serrano y Ana María Torres recibieron los votos para entrar al Pabellón de Inmortales.

Con aquella guerra que protagoniz­aron en 1994, en Las Vegas, Martin y Serrano sembraron las raíces del que solían llamar “boxeo rosa”, que se fue asentando en el gusto del público, con todo y que al inicio la mayoría de promotores mexicanos se mostraban renuentes a montar peleas entre mujeres.

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