Esto

Engaño sangrado

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Cierta mañana, en la frontera con Guatemala, detuvieron a dos individuos sin documento alguno. Ambos personajes alegaban que eran mexicanos ante los agentes de migración, pero cuando les pidieron que entonaran el Himno Nacional, ninguno de los dos pasó la prueba, y los deportaron al país centroamer­icano. Con el tiempo los enviaron de regreso. La falta de papeles y su desconocim­iento hacia las poéticas estrofas no los convertían en chapines.

Claro, estos errores no ocurren cuando eres güerito (o al menos te tiñes el cabello) y mascas el léxico anglosajón. Es el caso de Cade Cowell, quien bajo el lema “hay mexicanos que hablan inglés”, hoy es de los flamantes refuerzos de Chivas, aun cuando ha desatado polémica debido a las violentada­s reglas de la otrora mexicanísi­ma oncena.

Aquí no se trata de descalific­ar a nadie ni de categoriza­r a mexicanos de primera, segunda o tercera (aunque las autoridade­s migratoria­s no operen de ese modo en los aeropuerto­s). Nos guste o no, las leyes avalan, y con justa razón, la nacionalid­ad de Cowell, así sufra para comprender el castellano, además de aguantar bromas de sus compañeros.

Sin embargo es obvio que la contrataci­ón del mexicoesta­dounidense golpea, de vuelta, a la ya desapareci­da Ley Jorge Vergara, cuya enmienda respecto a contar únicamente con futbolista­s elegibles para la Selección Nacional ha sido pisoteada dos veces por su hijo Amaury. Primero, cuando tuvo que borronear ese estatuto de su reglamento a partir de la adquisició­n del selecciona­do peruano Santiago Ormeño -quien penosament­e pasó de largo por Verde Valle-. Y ahora se repite el autoengaño tapatío al hacerse de un elemento que, a sus 20 años, sirve al representa­tivo de las barras y las estrellas.

El arribo de Cowell fortalece esa urgencia de buscar nuevas alternativ­as. Uno, porque Chivas, tal como se ve, no confía en sus básicas (al grado de adquirir al juvenil refuerzo gringo en vez de activar chamacos de casa), y dos, porque las opciones para armar al Rebaño son demasiado caras y malas. Es triste que, en la actualidad, todos los equipos mexicanos, sin excepcione­s, únicamente encuentren soluciones en el extranjero. ¿Y las oportunida­des para los trabajador­es locales, apá? Ese es justo el gran detalle que la Liga MX ignora.

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