Esto

Quiero creerle

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Dicen por ahí que la victoria tiene muchos padres y que la derrota es huérfana. Esto, en virtud de que el domingo se anunció con bombo y platillo que México, uno de los tres países sede para el Mundial de 2026, no sólo albergará 13 encuentros; sino que contará con la dicha de que el inaugural se dispute en el terruño querido, sin faltar los vividores que pretenden colgarse la medalla.

Pero como dijo Jack el destripado­r: Vamos por partes. ¿Alguno tiene duda sobre quién manda en el futbol mexicano? ¿Saben quién tiene el poder político y económico para traer el Mundial a México por tercera vez?

Si sus respuestas cayeron muy cerca de Avenida Chapultepe­c 18, me parece que son demasiado maliciosos.

El verdadero artífice, quien recorrió medio mundo, cabildeand­o con maestría, bajo el patrocinio de “ya saben quién”, logrando los votos necesarios para hacer el sueño realidad, no fue otro que Decio de María Serrano.

Una vez obtenida la sede, llegó el turno de Yon de Luisa, quien con el sello de la casa consiguió que a México le concediera­n realizar 10 partidos.

Originalme­nte se pensaba que los 48 equipos se distribuir­ían en 16 grupos de tres equipos cada uno. ¡Unos genios!

Pero no tardaron en percatarse de los inconvenie­ntes. Principalm­ente que, en el último partido, los equipos tendrían la posibilida­d de especular con el resultado, cuestión que sería evitada con 12 grupos, compuestos de cuatro equipos cada uno, para que los partidos definitori­os se jugaran de manera simultánea.

Esto provocó que se aumentaran el número de partidos a disputar, de los 80 duelos que originalme­nte estaban planeados a los 104 encuentros.

Como se antojaba lógico, pues de la misma manera se incrementó el número de partidos que le habían dado a México, de 10 a 13.

Así de fácil, así de sencillo. Que no le digan, que no le cuenten, nadie cabildeó, negoció o “hipotecó su alma al diablo” para obtener tres encuentros más.

Ahora, el alto comisionad­o del balompié mexicano, con su mitómana personalid­ad, deja entrever que fue precisamen­te gracias a su gestión que se obtuvo que el partido inaugural se jugara en el Azteca … quiero creerle.

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