Ojo de Tigre
En el boxeo femenil o varonil, es común escuchar que un peleador “vuelve a tener el ojo de tigre”, como indicio de que muestra el fuerte entusiasmo con que se preparaba en su etapa de novato. Esas palabras fueron usadas en la venturosa película “Rocky”.
La fórmula para el éxito, en el boxeo y en cualquier otra actividad, es esa hambre diferente a la de tipo alimentario, por lo cual cuando algún atleta baja su rendimiento, se acostumbra decir que “ya no la tiene”.
Resalta entre nuestros campeones Luis Alberto Venado López, de 30 años, con su creciente entusiasmo o hambre, hacia logros mayores, pese a estar ya considerado como toda una potencia entre los plumas, con la corona de la IBF en sus sienes.
Luis Alberto (29-2, 16 KOS) se ha manifestado como un púgil con madurez. Su agresividad natural es respaldada por una quijada a prueba de obuses y hace cosas que lo definen como un contendiente astuto que usa fintas y movimiento de cintura, todo apuntalado por un buen juego de piernas y una gran condición física.
Sólo con el afán de buscar una reacción positiva, vamos a señalar que la otra cara de la moneda es Mauricio Bronco Lara, hasta hace muy poco militante de la misma división. Mauricio se presentó con una pobre condición física a su combate de regreso, el 16 de febrero en Oaxaca, cuando se esperaba verlo con sed de victoria, luego que perdió el cetro mundial pluma de la WBA al darle revancha al inglés Leigh Wood.
En su segundo choque con Wood, Lara marcó 129.8 libras, lejos de las 126 que delimitan la división Feather, y terminó por ceder una amplia decisión unánime. Él había noqueado en siete asaltos a Wood en febrero del mismo año, siempre en suelo británico.
Como señalamos, el Bronco reapareció en Oaxaca, como superpluma. Lento, y sin una buena preparación física, con muchas penas alcanzó a sacar un empate en 10 giros contra Daniel Lugo.