Esto

CELEBRAN EVOLUCIÓN

AFGANISTÁN MODERNIZA EL BUZKASHI, SU DEPORTE ECUESTRE TRADICIONA­L, QUE SE PRACTICA DESDE HACE VARIOS SIGLOS

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"Mi vida ha cambiado mucho", manifiesta Sarwar Pahlawan, uno de los mejores jinetes de buzkashi de Afganistán, un deporte ecuestre tradiciona­l que se practica desde hace siglos, pero que se está modernizan­do con contratos profesiona­les y miles de espectador­es.

A sus casi 40 años, 20 de ellos compitiend­o, el "chapandaza­n" -como se llama a los jinetes de buzkashi-, celebra la reciente evolución de este deporte, que "ha cambiado por completo".

"Antes nos pagaban con arroz, aceite, una alfombra o una vaca", explica a la AFP en su casa de Mazar-i-sharif, en el norte, tras ganar con su equipo Yama ante un público exclusivam­ente masculino, ya que las mujeres tienen prohibida la entrada a los estadios.

Hoy en día, los chapandaza­n tienen contratos por hasta 10 mil dólares al año. Tras la victoria, los jugadores del Yama también se repartiero­n 35 mil dólares, tres camellos y un automóvil regalados por los patrocinad­ores.

Además, los jinetes ganaron 100 dólares por cada gol. Estos se marcan cuando, tras una encarnizad­a melé de pezuñas y látigo, el chapandaza­n consigue arrojar al suelo, en el "círculo de la justicia", una bolsa de cuero de 30 kg que sustituye lo que antaño fue el cadáver de una cabra.

"Antes, después del torneo nos echaban agua fría sobre los hombros. Ahora tenemos saunas", explica Sarwar. También entrenan en el gimnasio y no colgándose de árboles o partiendo madera.

"Ahora tengo un automóvil. No tenía

Antes, después del torneo nos echaban agua fría sobre los hombros. Ahora tenemos saunas. Ahora tengo un automóvil. No tenía casi ovejas y ahora tengo muchas. (...) No tenía casa y ahora tengo dos"

SARWAR

JINETE

Invertimos un millón de dólares en los caballos, los jinetes, los establos y el equipamien­to. Cuando mi equipo gana, es un honor"

SAEED KARIM

MAGNATE

casi ovejas y ahora tengo muchas. (...) No tenía casa y ahora tengo dos", cuenta el jinete, apodado "león" pese a medir 1.65m.

El magnate del petróleo Saeed Karim, que vive entre Mazar-i-sharif, Dubái y Estambul, es el mayor inversor.

Hace cinco meses creó el equipo nombrado como su empresa, Yama Petroleum, contrató a los dos mejores chapandaza­n del país y compró unos cuarenta sementales, cuyos precios pueden alcanzar los 100 mil dólares.

"Invertimos un millón de dólares en los caballos, los jinetes, los establos y el equipamien­to. Cuando mi equipo gana, es un honor", explica.

Los talibanes, que retomaron el poder en 2021, habían prohibido este deporte "inmoral" durante su primer dominio (1996-2001).

Pero "el buzkashi es la pasión de esta nación. Los talibanes saben que hace feliz a la gente, y por eso lo permiten", afirma Ghulam Sarwar Jalal, presidente de la Federación. Además, cobran impuestos por los torneos.

Antes de crear la liga nacional, en 2020, cada equipo podía enfrentar un número ilimitado de caballos y la falta de reglamento permitía peleas brutales.

Pero fue principalm­ente la llegada de dinero lo que transformó el deporte.

"Vienen más aficionado­s porque saben que hay más caballos buenos y buenos equipos en el terreno de juego", afirma el propietari­o de Yama.

Diez mil hombres se agolparon en el estadio de Mazar-i-sharif para la final, soportando los disparos de pistolas eléctricas y los golpes de los guardias que encauzaban a la multitud.*

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FOTO: AFP La velocidad y habilidad se conjuga para darle vida a esta práctica.
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Varios golpes se dan entre los caballos al no existir reglas específica­s.
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Los jinetes disfrutan de esta disciplina.
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El trofeo es la gran recompensa.

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