LOS ÓSCAR DEL DEPORTE
Asistimos en Berlín a una gala cuya alfombra roja y ceremonia nada tienen que envidiarle a los afamados galardones de la Academia de Hollywood. Se trata de los Premios Laureus 2016, que reconocen a los mejores deportistas del mundo.
SegúnNelson Mandela, “el deporte tiene el poder de cambiar el mundo, el poder de inspirar. De unir a la gente como pocas cosas pueden hacerlo”. Estas palabras, pro- nunciadas por el líder sudafricano en el año 2000 como primer presidente honorario de los premios Laureus, se convirtieron en el norte que ha ser- vido de filosofía y motor al trabajo de sus impul- sores. Considerados como el reconocimiento mundial más importante para cualquier deportista de las diferentes disciplinas internacionales, los ganadores del Laureus son seleccionados por un jurado de lujo integrado por 50 hombres y muje- res, 50 leyendas vivas del deporte, que forman parte de la Laureus World Sports Academy. Este 2016, la capital alemana tuvo el privilegio de ser sede de la ceremonia y de contar entre los jurados con figuras como Franz Beckenbauer, Boris Bec- ker, Luis Figo, Martina Navratilova y Edwin Moses, actual director de la organización.
La alfombra roja es tan impresionante y larga como la de cualquier premiación del séptimo arte. Por allí desfilan todos los invitados, ante cientos de fotógrafos y frente a los más importantes canales y agencias internacionales de noticias, en una cere- monia que es transmitida en cerca de 160 países. Tras aproximadamente una hora y media de paso por la alfombra, nos dirigimos al enorme salón dentro del Messe Berlin (uno de los espacios más importantes para realizar eventos en la urbe ale- mana) que sirvió como escenario para la ceremonia de premiación y cuyo anfitrión fue el popular come- diante y reconocido actor Bill Murray, quien gracias a su inigualable talento logró robarse la atención del público desde el primer momento.
Fue una noche llena de instantes emotivos, pero dos de los más especiales, que consiguieron poner de pie a todo el auditorio generando una nutrida y emocionante ovación, fueron el anuncio del galar- dón Lifetime Achievement, que fue a parar a manos del tres veces campeón de la Fórmula 1, Niki Lauda; y, minutos después, el homenaje al recientemente fallecido Johan Cruyff, a quien se entregó de manera póstuma el Laureus Spirit of Sport. También el tenis vivió dos momentos estelares cuando se dieron a conocer los nombres de El y La Deportista del Año: Novak Djokovic y Serena Williams.
Pero aún más importante que los mismos pre- mios es el trabajo de la Fundación Laureus Sport for Good, gestora de esa brillante vitrina que no es más
que la cara glamorosa de un menos publicitado, pero muy destacado trabajo que utiliza al deporte como la herramienta para combatir palpitantes problemas que afectan a la juventud del planeta como la delincuencia juvenil, el VIH/SIDA o las minas terrestres, entre otros. Desde que fue creada, se estima que ha recaudado más de millones de euros y apoyado más de proyectos en todo el mundo. En un futuro no muy lejano, México y otros países de Latinoamérica (ya están en Argen- tina) serán territorios clave para que los dos grandes socios de Laureus, los grupos Richemont y Daimler, a través de sus marcas globales IWC Schaffhausen y Mercedes-benz, respectivamente, sigan desarro- llando esa importante labor de apoyo a la juventud a través de sus proyectos deportivos.