La casa es mi astuto enemigo, con sus focos faltantes.
stoy en casa a las 10 de la mañana, porque la cerradura de la puerta se cayó. El cerrajero, llamado por mi otra mitad antes de que se fuera a trabajar, dijo que llegaría entre las 9 a.m. y la eternidad. Mientras estoy destinada a la domesticidad durante el día, podría meter la ropa a la lavadora, limpiar alguna bota de rugby enlodada de adolescente y tratar de conseguir que el electricista por fin llegue. Ahora, ¿en dónde estábamos con los correos electrónicos que habría mandado la primera media hora en la oficina?
Nada de esto le ocurriría a Tiffany Dufu, una prominente feminista estadounidense, autora del libro, Drop the Ball: Achieving More by Doing Less. Las mujeres, argumenta, deberían de dejar de sentirse mentalmente responsables por el hogar; de lo contrario, estaríamos engañándonos si queremos igualdad real.
En ese caso, lo estoy haciendo mal. Adoro mi trabajo como periodista, pero conforme mi carrera vaya avanzando, habrá muchos más viajes y tendré que lidiar con mensajes de medianoche de otros continentes. Mientras tanto, la casa es mi astuto enemigo, con sus focos faltantes, cortes en la señal de televisión por cable y otras interrupciones, que creo que son mi trabajo.
A diferencia de Dufu, hay quien cree que para “ser atrevidas” en el trabajo, las mujeres deben “sentirse cómodas” en casa. “Crecemos en la femineidad con la sensación de que priorizarnos es algún tipo de ofensa moral”, dice ella. “Las mujeres tienen permiso para cumplir sus ambiciones, siempre y cuando esto no vaya a costa de cuidar a los demás, ahí es donde viene el enigma”.
Dufu tiene una receta firme para reequilibrar los compromisos domésticos: elabora una lista de tareas domésticas, decide quién hará qué y acepta que hay tareas que nadie hará. Y aunque pienses que esto suena como un sueño imposible, Dufu presenta un fuerte argumento para encontrar soluciones plausibles -aunque simplemente sea decir “ése no es mi trabajo”. ¿Entonces, con esto qué ganan los hombres? Aparte de tener parejas más felices, Dufu piensa que las mujeres que se liberan para dedicarse más al trabajo ganarán mejores sueldos, si no están preocupadas por quién va a limpiar el refrigerador.
Sus estrategias han incluido no abrir el correo por tres meses, por lo que su marido se vio obligado a hacerlo cuando finalmente se dio cuenta de las multas de estacionamiento… también se niega a responder invitaciones de fiesta para sus hijos, y le pide a los anfitriones que se pongan en contacto con su esposo en lugar de ella. Dufu hace que notemos la disyuntiva entre los papeles que muchas de nosotras tenemos en el trabajo y en la casa. “Asumimos que las mujeres que trabajan fuera del hogar son modelos positivos”, dice ella. “Pero la mayoría de los niños no ven a sus madres en ese contexto externo. Para ellos, sigues siendo la persona que les prepara la cena”.
Esta revolución se inicia con acciones pequeñas. Sin embargo, es parte de un movimiento más amplio, conocido en los Estados Unidos como “peer marriage” o “matrimonio entre compañeros”, en el que la división de responsabilidades domésticas es aceptada de buena gana por ambas partes. La COO de Facebook Sheryl Sandberg es una defensora de la filosofía “50:50” y argumenta que este acuerdo es el más valioso que ha negociado en su vida.
“Tu acuerdo más importante es con la persona con la que te estableces”, me dijo. Su difunto esposo, Dave Goldberg, renunció a su trabajo de alto perfil en el mundo de la tecnología para propiciar una