¿SABÍAS QUE...?
¿ENGORDA, O NO ENGORDA?
En las últimas décadas, hemos desarrollado un temor a los carbohidratos que nos lleva a confundir los que proceden de frutas y verduras con los que vienen en alimentos procesados y ultraprocesados, pero entre ellos hay un abismo. Los hidratos de carbono de frutas y verduras ni engordan ni nos perjudican, salvo patologías específicas. Así que no consumir camote, por miedo a ganar kilos o generar picos de glucosa indeseados, no tiene sentido. Los HC de esta hortaliza son básicamente almidones, que se descomponen y absorben «despacito», como decía la canción, y además de mantener tu insulina estable, te mantienen saciado durante más tiempo. Y sí, es un alimento energético, pero no como para tacharlo de las dietas de adelgazamiento. Cada 100 g aportan entre 85-116 kcal.
ES UN MAGNÍFICO SUSTITUTO DEL AZÚCAR Y OTROS ENDULZANTES, EN LA ELABORACIÓN DE REPOSTERÍA
SU SABOR DULCE SE VERÁ AUMENTADO CUANTO MÁS MADURA ESTÉ LA HORTALIZA
¿CÓMO TOMARLO?
El camote es casi un 70% agua, pero este poder hidratante lo perdemos si lo asamos o freímos. La mejor forma de beneficiarse de su consumo es hervirlo o cocinarlo al vapor. Añádelo a guisos, cremas, purés y sopas.
BÁLSAMO DIGESTIVO
Cocinado —nunca crudo— es un alimento muy recomendable para el aparato digestivo. Al ser rico en antioxidantes, favorece el buen estado de las mucosas, reparando y desinflamando. Como sucede con la papa, el camote es fuente de almidón resistente, que tanto gusta a tu microbiota. Solo tienes que cocerlo o hervirlo en agua, y meterlo en el refrigerador al menos 24 horas antes de consumirlo.