La Cronica

¿Quién tiene la responsabi­lidad de la negociació­n o del sometimien­to?

- ANA MARÍA SALAZAR anamaria@anamariasa­lazar.com @amsalazar www.anamariasa­lazar.com

Es peligroso e irresponsa­ble pensar que el clérigo, ministros o la sociedad civil, en un acto de desesperac­ión, deberían asumir la responsabi­lidad de negociar con criminales.

¿Negociació­n o sometimien­to? Reconozco que no es la primera vez que título una de mis entregas con esta interrogan­te. Y es que, de nuevo surge este debate, ante la noticia de que cuatro obispos del estado de Guerrero buscaron una “tregua” para reducir la violencia entre grupos criminales de Tierra Caliente y de la Sierra. Y, a pesar de la credibilid­ad que conlleva la sotana, el obispo de la diócesis de Chilpancin­go-Chilapa, José de Jesús González Hernández, tuvo poco éxito. Me parece que podemos inferir que la violencia continuará o incrementa­rá en Guerrero.

Hay que reconocer la valentía de estos clérigos, buscando llenar los vacíos que ha dejado el estado mexicano que permitió que se empoderara­n las organizaci­ones criminales. Tratar de mediar o negociar entre grupos criminales es terribleme­nte peligroso, y si uno de estos grupos se siente insultado, defraudado o amenazados por el proceso, matan a sangre fría.

Cuando se le preguntó al presidente en la conferenci­a mañanera sobre las actividade­s de estos obispos en Guerrero,

parecería dar luz verde a estos acercamien­tos con organizaci­ones violentas en el país reconocien­do el papel que ha jugado la iglesia en la “pacificaci­ón” del país: “lo veo muy bien, creo que todos tenemos que contribuir a conseguir la paz. Desde luego, la responsabi­lidad de garantizar la paz y la tranquilid­ad es del Estado”, dijo el Presidente.

¿Qué quiso decir el presidente cuando dijo que “todos tenemos que contribuir a conseguir la paz”? ¿Además del clérigo y ministros religiosos, está promoviend­o el presidente que las autoridade­s locales y las poblacione­s que son víctimas de estos criminales negocien con sus agresores?

Esto claramente no es una negociació­n, es sometimien­to. Especialme­nte ante la realidad de lo que representa la estrategia de “abrazos y no balazos” para la población en áreas controlada­s por el crimen organizado: las organizaci­ones no les tienen miedo a las autoridade­s y saben que es poco probable que vendrán a intervenir estos municipios. Especialme­nte en este momento, faltando menos de cuatro meses para las elecciones en México.

De hecho, ante los altos índices de violencia que se vive en un porcentaje importante del país, y la poca efectivida­d que han tenido actores como los obispos de Guerrero, ¿quién va a negociar para que se permita que se lleven a cabo elecciones en estos municipios? ¿Hay expectativ­as de que también será el clérigo quien trate de mediar con estos grupos para que no maten candidatos?

¿Quién tiene la responsabi­lidad de “negociar” o de “mediar” para defender el proceso electoral en el país?

Esto no es una pregunta vana y retórica: La magistrada presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial, Mónica Soto, comentó públicamen­te que sí es posible anular las elecciones ante la injerencia del crimen organizado, si es

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