Los accidentes pasan
Los accidentes pasan sin que puedan evitarse. A simple vista parecen actos normales, donde nada va a suceder, pero las cosas se tuercen, lo inimaginable ocurre y lo que es un día como cualquiera se vuelve una tragedia. Eso fue exactamente lo que pasó, el 10 de julio de 1921, en la calle Segunda de Calexico. Según el Chronicle del 11 de julio de 1921: “Francisco Terrazas, secretario de Estado del territorio de la Baja California, el más conocido de todos los funcionarios mexicanos del otro lado de la línea por su larga residencia aquí y su frecuente contacto con hombres de negocios estadounidenses y mexicanos, murió instantáneamente a las 11:30 de anoche, y Agustín Ibarra, primo del gobernador Epigmenio Ibarra, sufrió una fractura en la pierna y otras lesiones menos graves, cuando los dos hombres fueron atropellados por un automóvil conducido por Clyde J. Underwood”.
¿Qué había ocurrido realmente? Para la investigación que llevó a cabo el departamento de policía de Calexico y para el propio Chronicle: “El secretario Terrazas, el Sr. Ibarra y el Sr. J. Bárcenas, después de haber pasado la noche juntos en un teatro, habían salido de un salón de refrescos en la calle Segunda y se dirigían tranquilamente hacia sus casas. Al llegar al final de la acera, se dirigieron a la parte pavimentada de la calle, para poder caminar mejor”. En la declaración que hizo el señor Bárcenas, inmediatamente después de haber sucedido el trágico atropellamiento, se daban a conocer todos los detalles del fatal accidente automovilístico en Calexico, del que él había sido el único que salió bien librado: iban caminando: “charlando y disfrutando de la agradable velada. Cuando llegamos al final de la acera, nos desviamos hacia la carretera, porque era más suave y la luz era mejor. Miré hacia atrás, al igual que los demás, y vi que el automóvil se acercaba, pero estaba tan lejos en la calle y hacía tan poco ruido que no pensé que nuestra posición fuera inmediatamente peligrosa; sin embargo, sin hacer ningún comentario, nos apartamos de la parte pavimentada de la calle y nos metimos en la tierra, para estar fuera de la trayectoria del peligro. Yo estaba más lejos de la acera, tal vez; el señor Terrazas estaba por lo menos un metro al lado del hormigón, y el señor Ibarra estaba justo en su borde, cuando oí un ligero ruido, noté que la carretera se inundaba de repente de luz, y me volví asombrado justo cuando el gran Packard pasó por delante de mí como un meteoro. Su velocidad era tremenda, y aunque el conductor aplicó los frenos al instante, avanzó varios metros antes de que se notara una disminución de la velocidad. Entonces me di cuenta de que mis compañeros habían sido alcanzados. Me pareció que el conductor, cuando nos vio, debió de apuntar a pasar entre el Sr. Terrazas y el Sr. Ibarra. En lugar de eso, golpeó a ambos. Ibarra salió despedido sobre el parachoques, y fue arrastrado varios metros, probablemente quince, antes de que la repentina desaceleración del coche lo tiró. Al pobre Francisco le fue peor. Fue golpeado y arrojado delante de la llanta, que le pasó por la cabeza, y lo dejó tirado en la carretera, con la vida destrozada”.
Al día siguiente, en el ejemplar del 12 de julio de 1921, el Chronicle informaba a sus lectores del funeral y sepelio de Francisco Terrazas, donde se decía que su cuerpo fue recibido en Mexicali y expuesto en la escuela Cuauhtémoc: “Al llegar a la escuela, el silencio solemne fue roto por las voces temblorosas de muchos de los amigos y antiguos compañeros de trabajo del secretario Terrazas, cuyos elogios contenían sentidos tributos de amistad, admiración y profundo aprecio por las excelentes cualidades que marcaron la vida del funcionario muerto, y destacaron su verdadero valor como hombre y como funcionario que ocupaba un lugar importante”. Se terminaba diciendo que: “Todas las oficinas públicas de Mexicali estuvieron cerradas durante el día y el edificio del palacio de gobierno fue cubierto con emblemas de luto, como una muestra más de respeto al fallecido”. También se notificaba que el veredicto oficial del accidente automovilístico que acabó con la vida de Francisco Terrazas, era la imprudencia del conductor del auto que lo había atropellado y matado. Un accidente vial que impactó a Mexicali y a Calexico por igual.
Es una confesión de parte. El presidente López Obrador reconoció ayer que, cuando Arturo Zaldívar era presidente de la Suprema Corte, "se hablaba con él" para solicitarle que los jueces tomaran decisiones favorables al gobierno. "Y él pedía, 'respetuoso de la autonomía de los jueces' (en tono irónico) hablaba con el juez y le decía: cuidado con esto. Si viene mal la averiguación, él ayudaba. Llega la señora Piña y ella dice los jueces son autónomos. O sea, licencia para robar".
La Constitución dispone, en su artículo 17, que "las leyes federales y locales establecerán los medios necesarios para que se garantice la independencia de los tribunales y la plena ejecución de sus resoluciones". El artículo 116 ordena esta misma independencia para jueces y magistrados locales. El 122 lo señala para jueces y magistrados de la Ciudad de México. Estas y otras disposiciones suman a lo que se llama el "principio de independencia judicial", uno de los fundamentos del estado de derecho.
"La independencia de la judicatura será garantizada por el Estado y proclamada por la Constitución o la legislación del país -señala la Asamblea General de las Naciones Unidas en sus 'Principios básicos relativos a la independencia de la judicatura'--. Los jueces resolverán los asuntos que conozcan con imparcialidad, basándose en los hechos y en consonancia con el derecho, sin restricción alguna y sin influencias, alicientes, presiones amenazas o intromisiones indebidas, sean directas o indirectas, de cualesquiera sectores o por cualquier motivo". El presidente ha confesado, sin embargo, que Zaldívar violaba estos principios; con razón quería mantenerlo en el cargo, de manera ilegal, dos años más.
Lo curioso es que el caso Lozoya tiene que ver con la prisión preventiva. Ayer el presidente atacó nuevamente las decisiones judiciales por este tema. Olvida que su propio ministro favorito, Zaldívar, escribió el 2 de agosto de 2022: "El arraigo y la prisión
Lorenzo Córdova
Ahora fueron 17 los muertos en un enfrentamiento en Totolapan entre La Familia Michoacana y Los Tlacos. El gobierno envía nuevamente a miembros de la Guardia Nacional a la zona, pero esta solución no ha servido en el pasado.