Pobres Criaturas Dir. Yorgos Lanthimos
inicial de Baxter es una mujer que se nutre de su entorno, devorando experiencias insaciablemente.
Bella evoluciona de una manera vertiginosa, se convierte en una mujer libre e inteligente, que no se deja controlar por las convenciones sociales. Su actuar desafía a los hombres que desean “amarla” y poseerla. Se trata de una criatura con libre albedrio cuyo despertar sexual amplia su visión del mundo, generando un nuevo entendimiento, representado visualmente por el cambio a fotografía en color y la existencia de un mundo surreal (siempre observado desde su punto de vista).
El contraste entre Bella y los hombres que la rodean inevitablemente deviene en conflicto. Duncan Wedderburn (Mark Ruffallo) que pretendió usar a Bella como una diversión momentánea, termina reducido a una berreante piltrafa de hombre cuando los papeles se invierten y es Bella la que no siente ningún apego innecesario por él. Como en sus obras anteriores, Lanthimos se inclina ante el altar de Buñuel y Kubrick con obvias referencias. Quizá la similitud más sorprendente dentro de los desvíos que realiza Lanthimos de la novela original, es la increíble similitud a la obra trash de Frank Hennenlotter, con un final prácticamente calcado de su Frankenhooker (1990). Con su adaptación, Lanthimos plasma un formidable retrato de la mujer libre, con voluntad propia, y de aquellos hombres narcisistas, que, desde tiempos inmemoriales, han hecho lo imposible por sobajar a las mujeres que los superan intelectual y emocionalmente.
Con Pobres Criaturas, Yorgos Lanthimos ofrece una de las mejores películas del año, superando por mucho el esfuerzo de Greta Gerwig y Noah Baumbach (Barbie), para presentar una obra desenfadadamente feminista que observa al siglo veintiuno a través de un maravilloso lente victoriano. “Debemos experimentarlo todo… y cuando conocemos el mundo, el mundo es nuestro.”