El misterio de Claudia
Según todas las encuestas, Claudia Sheinbaum va en primer lugar, por una diferencia de dos dígitos, en las intenciones de voto de la competencia presidencial. Tiene todo el sentido del mundo, entonces, jugar a la defensiva como lo está haciendo. No arriesgar para no cometer errores que puedan poner en peligro la cómoda ventaja. Evitar apariciones en lugares donde no se tenga el control total del evento.
Eso explica por qué decidió no asistir a la plenaria de consejeros de Citibanamex y a la Universidad Iberoamericana. En el primer caso se trataba de un público con tendencias opositoras y, en el segundo, como lo supo Peña Nieto cuando fue candidato presidencial, el alumnado universitario es siempre impredecible.
Mejor no acudir a este tipo de eventos, aunque se pague el costo de quedar como una cobarde que no se arriesga a nada.
Una de las características de Claudia es su disciplina. Metódicamente ha jugado estos meses a no poner en peligro la ventaja que lleva en las encuestas.
El problema es para nosotros, el electorado, que nos perdemos de saber quién es la candidata que probablemente nos gobernará durante seis años.
¿Quién es, en realidad, Claudia?
Gracias al documento “Cien pasos para la transformación” sabemos cuáles son sus propuestas. Lo increíble es que todavía hay exégetas de Sheinbaum que afirman que esta candidata no hará lo que quiere hacer cuando se ponga la banda presidencial. Puede ser. A final del día, todos los candidatos mienten en su plataforma.
El problema con Sheinbaum es que no sabemos qué tanto cumplirá con la agenda impuesta por López Obrador y qué tanto se alejará de ella.
Ahí es donde vienen las interpretaciones de lo que realmente quiere decir Claudia cuando promete algo. Yo, como no leo las runas, le creo a lo que afirma en su documento y veo, entonces, a una Sheinbaum que quiere implementar lo que AMLO ha definido como la continuidad de su proyecto político: concentrar el poder.
Más allá de las propuestas, al solo acudir a eventos controlados, los votantes nos perdemos de la posibilidad de conocer el carácter de la candidata. Por ejemplo, cómo actúa en situaciones adversas o bajo presión.
En la Ibero, después del abucheo que recibió de los estudiantes, Peña se refugió en un baño y luego salió corriendo por la puerta trasera. Era, y así lo demostró durante su sexenio, un político pusilánime que se escabullía frente a la adversidad.
¿Qué hubiera hecho Claudia en una situación similar? No lo sabremos porque no irá a un lugar donde puedan abuchearla. Tampoco conoceremos su carácter y temple frente a un público crítico como son los clientes de un banco.
Si fuera por Claudia, no iría a los debates ni daría entrevistas a periodistas críticos del gobierno actual. Mejor guardar silencio que arrepentirse por un posible gazapo.