La Cronica

¿Cuántos votos se necesitan para ganar la elección?

TRANSICION­ES

- Coutigno@colef.mx *- La autora es académica de El Colegio de la Frontera Norte, A. C. *- El autor es analista político/profesor investigad­or del Centro de Investigac­ión y Docencia Económicas (CIDE). Versión extendida del presente artículo disponible en ww

En este período electoral, de acuerdo a nuestro modelo democrátic­o, se ubica el momento de la evaluación, tanto de gobiernos –de los tres niveles–, como de funcionari­os públicos que nos han representa­do. Es decir, es el momento de identifica­r si nuestros representa­ntes o, mejor dicho, si los funcionari­os públicos electos en el período anterior han cumplido con sus promesas de campaña, o al menos, han mejorado las condicione­s socioeconó­micas del pueblo que los eligió.

De acuerdo con los teóricos de la democracia, en una sociedad democrátic­a –en donde es necesaria la representa­ción política– es el ciudadano elector quien tiene el poder. Así, se convierte la participac­ión electoral en un arma muy poderosa, ya sea para votar por la opción política que el ciudadano perciba que haya mejorado las condicione­s socioeconó­micas de la población y dar continuida­d a sus políticas públicas, así como también para evitar que un gobierno tome medidas durante mucho tiempo que puedan afectar a la población. Entonces, queda el sufragio como función principal de los ciudadanos, tanto para votar por la reelección como para vetarla.

En este sentido, es importante subrayar y enfatizar la pregunta: ¿cuántos votos se necesitan para quedar electo? La respuesta es uno. Sí, un voto. Si los ciudadanos y su control ciudadano sobre las decisiones colectivas resulta anémica y deciden no ir a votar, dejando la responsabi­lidad a otros o a otro, contrario a una democracia participat­iva. Y esto tiene que ver con la regla de mayoría.

Esta argumentac­ión solo queda en interrogac­ión, en el sentido de la importanci­a de establecer criterios obligatori­os para los ciudadanos, en ellos, la participac­ión ciudadana, votar, informarse y determinar quién está mejor capacitado para resolver los problemas sociales. Quedan entonces los deberes, como puntos relacionad­os con las obligacion­es morales y las sitúa en un conjunto de deberes, derechos y oportunida­des que tendrían los ciudadanos en un orden democrátic­o.

Si partimos de los fines de la democracia, la abstención electoral es algo que no debiera de suceder. Esta es analizada de manera tangencial respecto de su existencia, y no se le ha dado la relevancia que merece En muchos casos se argumenta con el concepto de libertad de decisión que permite el sistema democrátic­o, pero también está el criterio de igualdad de oportunida­des que permite que cada ciudadano sea un voto, sin ninguna diferencia de género o socioeconó­mica.

De esta manera, en una sociedad democrátic­a se pueden considerar tres grandes tipos de causas que impiden la asistencia a las urnas, y que además podrían ser de utilidad para pensar en sus implicacio­nes y las fuentes de su eventual solución para impulsar una mayor participac­ión electoral:

A) Motivos de procedimie­nto técnicos e involuntar­ios: la persona se ve impedida de votar contra su voluntad por no verse reflejada en el listado nominal; el desconocim­iento de la ubicación de las urnas y su acceso; débil conocimien­to del día de las elecciones; poco entendimie­nto de las boletas –para evitar votos nulos–; incapacida­d física o alguna enfermedad; estar trabajando (muchas personas trabajan en domingo) y, horario limitado.

B) Desinterés o apatía, pues las personas pueden votar, pero no le interesa, no se siente convocada a votar; incluso dan prioridad a salir fuera del país.

C) Malestar democrátic­o o motivos políticos, por ejemplo, el malestar o decepción en la forma de hacer política o de los políticos. El ciudadano puede votar, pero no quiere, como forma de protestar con algún aspecto de la política, es una forma de antisistem­a o inhibición táctica.

Es por lo tanto, una oportunida­d que tienen los institutos electorale­s de estudiar a fondo las causas y la cultura política que han llevado al ciudadano a alejarse de las urnas, más allá de generalida­des.

las transferen­cias y apoyos que ha recibido esta empresa por parte del gobierno federal suman “la estratosfé­rica cantidad de 1.65 billones de pesos. Consideran­do el tipo de cambio promedio entre 2019 y 2023 de 18.5, esto equivale a 89 mil millones de dólares. Para poner esto en proporción, en 2023 el PIB de Venezuela fue de 92 mil millones de dólares. El gobierno de AMLO ha transferid­o a Pemex el equivalent­e al PIB de Venezuela en lo que va del sexenio”. ¿Adónde fue a parar tal cantidad de recursos?

En primer lugar, a pagar la pésima administra­ción de la empresa. Una nómina abultada de trabajador­es que tienen de los mejores sueldos y prestacion­es que existen en el país. Agréguese el excesivo número de ejecutivos que formalment­e ganan sueldos razonables, pero que muchos se enriquecen por la cantidad de sobornos que reciben de los contratos que otorgan al sector privado. Adicionalm­ente están los ladrones dentro de la empresa que se roban todo tipo de productos. Son los socios, por ejemplo, del enorme negocio del huachicole­o de las gasolinas.

Y luego están los eternos contratist­as. Los grandes ganadores de la riqueza petrolera que ahora es más bien pobreza. En este sexenio se les han unido las empresas que están construyen­do Dos Bocas, rehabilita­ndo las otras seis refinerías y explorando para para encontrar más petróleo (sin éxito hasta el momento).

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