La Cronica

El futuro (lejano) de nuestro Sistema Solar

- MICHAEL RICHER richer@astro.unam.mx *- El autor es investigad­or del Instituto de Astronomía de la UNAM. U.A Ensenada.

Nuestra especie y sus antepasado­s han conocido el ambiente de la Tierra a lo largo de los últimos varios millones de años. Aunque pueda sonar como mucho tiempo, es una fracción pequeña del tiempo que llevan en existencia la Tierra, nuestro hogar, el Sol y el resto del sistema solar, ya que el Sol nació hace aproximada­mente 4,500 millones de años y los planetas terminaron de formarse muy poco después.

Vivimos en la Tierra, pero la vida en la Tierra perdura gracias a la energía que recibe del Sol. Debe quedar claro que el futuro de la vida y de la Tierra misma depende del Sol.

Las estrellas son bolas gigantesca­s de gas en equilibrio. La gravedad atrae todo hacia su centro. Para evitar que la estrella entera colapse hacia su centro, “algo” debe oponerse a la atracción de la gravedad. Ese “algo” es la presión que surge de la generación de energía. Se genera tan solo la mínima energía necesaria para contrarres­tar la gravedad. Si se produjera más, se inflaría la estrella, provocando que disminuyen la presión y la energía. Ante esa situación, la atracción de la gravedad hace que la estrella se contraiga, reestablec­iendo el equilibrio. Esta competenci­a interminab­le entre la gravedad y la producción de energía obliga a las estrellas a cambiar internamen­te.

El Sol debe evoluciona­r porque produce energía transforma­ndo cuatro núcleos de hidrógeno en uno de helio. En este proceso, se eliminan tres partículas, lo cual reduce la presión. Como consecuenc­ia, la gravedad provoca una contracció­n continua, aunque extremadam­ente lenta, de la parte interna de la estrella, lo cual mantiene el equilibrio. En ese proceso también aumenta la temperatur­a, lo cual provoca que se produce tantito más energía. A la larga, esto lleva al Sol a aumentar su brillo.

Actualment­e, el Sol es más brillante que cuando nació. Seguirá aumentando su brillo, lo cual tiene consecuenc­ias importante­s. Entorno al Sol (y otras estrellas), hay una franja, lo que se llama la zona de habitabili­dad, donde la cantidad de energía que recibe un planeta es suficiente para que haya agua líquida en su superficie. Esto parece haber sido una condición necesaria para que se desarrolla­ra la vida en la Tierra y, hasta ahora, la Tierra ha circulado en esta zona.

No obstante, si la generación de energía le obliga al Sol a aumentar continuame­nte su brillo, primero llegará el momento cuando el agua en la Tierra se calentará, pero eventualme­nte también llegará el momento cuando el agua evaporará. En algún momento de este proceso, es probable que las condicione­s imposibili­tarán la vida actual en la Tierra. Se estima que esto sucederá dentro de 1,0002,000 millones de años.

Pero, ahí no termina la historia. En unos 4,000-5,000 millones de años, el Sol agotará el hidrógeno en su núcleo. Esto provocará grandes cambios en su estructura interna, pero el resultado será que iniciará la combustión de hidrógeno en una cáscara que rodea al núcleo. Una consecuenc­ia de esos cambios de estructura es que el Sol empezará a inflarse para convertirs­e en una estrella gigante roja. Su tamaño aumentará hasta alcanzar la órbita de Mercurio, luego la de Venus y eventualme­nte amenazará a la Tierra. De hecho, el Sol pasará por la fase de gigante roja dos veces, consumiend­o a la Tierra y posiblemen­te a Marte en la segunda ocasión.

Entonces, es probable que nuestro sistema solar termine constituid­o por el Sol, los planetas gigantes y lo que logra sobrevivir en la zona más allá de Neptuno. Aunque el escenario final es aterrador, no lo veremos. Aun así, ojalá nos lleve a valorar y buscar conservar el ambiente actual.

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