La Cronica

Baño de Sangre

- JORGE RAMOS ÁVALOS jorgeramos.com *- El autor es director de noticias de Univision Network.

Esto es lo que dijo Donald Trump durante un evento de su campaña presidenci­al en Ohio: “Le vamos a poner 100 por ciento de aranceles a cada carro que cruce la línea (desde México) y no van a poder vender esos carros, si yo soy elegido. Ahora, si yo no soy elegido, esto va a ser un baño de sangre. Y eso es lo de menos. Va a ser un baño de sangre para el país. Eso será lo de menos. Pero no van a poder vender esos autos.”

Los discursos de Trump son tan caóticos y desordenad­os, tan llenos de amenazas e insultos, sin notas ni teleprompt­er, que es imposible saber cuáles son sus verdaderas intencione­s. ¿Realmente cree lo que está diciendo o solo lo dice para crear un impacto en la audiencia que lo está escuchando? ¿Son promesas de campaña o simplement­e másmentira­s?

De ese discurso en Ohio que duró más de una hora, muchos medios de comunicaci­ón sacaron este titular: “Si yo no soy elegido, esto va a ser un baño de sangre”. Y este es el precedente. Trump ha insistido, falsamente, que él ganó las elecciones presidenci­ales del 2020 y cientos de sus seguidores atacaron violentame­nte el capitolio en Washington el 6 de enero del 2021 luego de un discurso del ahora expresiden­te. A los detenidos por ese ataque Trump les llama “rehenes”, no criminales.

Pero Trump, en su plataforma de Truth Social, acusó a los medios de comunicaci­ón de “pretender estar en shock por su uso de las palabras BAñO DE SANGRE, a pesar de entender perfectame­nte que me estaba refiriendo simplement­e a las importacio­nes (de autos)…que van a matar la industria automotriz.”

Entonces, si de verdad Trump no estaba amenazando con violencia en caso de perder las elecciones presidenci­ales el 5 de noviembre, México y su nueva presidenta

–quien quiera que sea- deben prepararse. Trump está adelantand­o que, si regresa a la Casa Blanca, impondría nuevas sanciones e impuestos -100 por ciento- a los autos que se construyen en México y que se exportan a Estados Unidos.

“México se ha apoderado, en un período de 30 años, del 34 por ciento de la industria automotriz de nuestro país”, dijo Trump en el mismo discurso en Ohio. Los datos son estos.

México produce 3.5 millones de autos cada año y es el séptimo productor de vehículos motorizado­s en el mundo, según la Administra­ción de Comercio Internacio­nal (ITA) que depende del Departamen­to de Comercio de Estados Unidos. “El 88 por ciento de los vehículos producidos en México se exporta”, asegura ITA, “con un 76 por ciento destinado a Estados Unidos.” Entre las empresas automotric­es que tienen plantas en México, de acuerdo con ITA, están Audi, BMW, Ford, General Motors, Honda, Hyundai, Kia, Mazda, Mercedes Benz, Nissan, Stellantis, Toyota, Volkswagen y Tesla.

La producción, importació­n y exportació­n de vehículos entre México, Estados Unidos y Canadá fueron meticulosa­mente negociadas y acordadas en un tratado (T-MEC) que entró en vigor en el 2020. Y aunque sigue habiendo disputas, en ningún punto del tratado aparece el imponer nuevos aranceles del 100 por ciento a los autos fabricados en México y destinados a Estados Unidos.

Esas no son las reglas del juego entre los tres países. Pero eso es lo que quiere hacer Trump si vuelve a ganar. Su discurso populista y nacionalis­ta es muy claro. “Si ellos quieren construir plantas (de automóvile­s) en Ohio, en Michigan, en Carolina del Sur, lo pueden hacer utilizando a trabajador­es estadounid­enses”, dijo Trump hace unos días, “lo pueden hacer”.

Para muchos no está muy claro lo que Trump quiso decir, o sugerir, con su comentario sobre un “baño de sangre” si pierde las elecciones de noviembre. Pero lo que sí es evidente es que, de ganar la presidenci­a, intentaría atraer a Estados Unidos empleos que actualment­e están en México.

Las consecuenc­ias serían enormes. Esto, sin duda, aumentaría los precios de los autos que se venden en Estados Unidos e impactaría negativame­nte a la economía de México. Además, generaría nuevas presiones migratoria­s en la frontera con México. Si se cerraran algunas de las plantas automotric­es en México, debido a los nuevos aranceles, sus trabajador­es quedarían desemplead­os y podrían considerar emigrar a Estados Unidos.

La posible reelección de Trump -quien sigue negando los resultados de las votaciones del 2020– es una enorme prueba para la centenaria democracia estadounid­ense. Pero, para México, sería un reto gigantesco tener como vecino, de nuevo, a un gobernante que no respeta las reglas y que está acostumbra­do a hacer y decir lo que se le pega la gana.

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