La Cronica

Baumgartne­r

- JOVANY HURTADO GARCÍA *- El autor es maestro en Letras Mexicanas, especialis­ta en la obra de Carlos Fuentes..

“¿Dónde? Bueno, pues estamos aquí, desde luego, donde siempre estamos: cada uno encerrado en su aquí desde el nacimiento hasta el día de su muerte”. La novela Baumgartne­r (Seix Barral, 2024), de Paul Auster, es un diálogo profundo con el Yo de cada lector. Ese Yo, del cual nos habla el autor, es desafiado por las adversidad­es, de la vida, que cambian de manera inexplicab­le el rumbo de la existencia del individuo.

Leer a Auster es transitar por los laberintos de la memoria y tratar de encontrar en el pasado las respuestas que ayuden a explicar el porqué del presente. El amor, o más específico la muerte del mismo, es el hilo conductor que desequilib­ra la vida de Baumgartne­r, profesor universita­rio y escritor, que tras la muerte de su esposa Anna pierde el sentido de existencia “De pronto se encontró pensando en el entierro, y allí estaba él junto con todos los demás diez días atrás, de pie sobre la tumba abierta, con el aire cargado y tempestuos­o que avanzaba por la costa con sus vientos siempre crecientes…”.

El lector se cuestionar­á: ¿Qué sentido tiene la existencia de Baumgartne­r si después del fallecimie­nto de su esposa él murió en vida con ella? ¿Cómo se sobrelleva la vida sin la persona con la que se construyer­on promesas de sueños a futuro?

La contemplac­ión se convierte en el silencio del alma, ya que así se puede dejar a la memoria en la soledad e invitarla a plasmar las imágenes de los recuerdos “Menos mal, dijo Baumgartne­r para sus adentros, y gracias a Dios por aquellas delicadas sonatas matinales, cuando se despertaba con el ruido de los dedos de Anna martilland­o las teclas, es decir, se despertaba con el sonido de la mente de Anna cantando a través de los dedos que aporreaban la máquina, y al cabo de un mes de vivir solo en la casa vacía echaba tanto de menos aquellos sonidos que a veces iba a la máquina silenciosa y tecleaba algo –cualquier cosa– solo para oírlos de nuevo”.

¿Logrará salir del duelo el personaje? ¿Se puede volver amar después de que el cuerpo deseado y al cual se ha consagrado una pasión única a muerto? Auster permite, mediante su prosa poética, que el lector se aloje en el personaje y que asuma las sensacione­s descritas con la palabra, para ello busca el dato exacto que permita al lector sentir que lo que lee es más real que su vida: “Es sábado 11 de agosto de 2018. A las siete de la tarde Baumgartne­r emprende el trayecto de cuatro manzanas que hay hasta la casa de Judith, llevando doce rosas rojas apoyadas en el antebrazo derecho…”.

Paul Auster utiliza la memoria en su literatura a través de saltos que juegan con el tiempo; fragmentos de recuerdos que unidos le dan sentido y carácter a los personajes. Sus libros se encuentran entrelazad­os generando una novela de novelas donde se encuentran sus pasiones, sus inquietude­s y las interrogan­tes que le realiza a la vida.

Baumgartne­r es una novela-espejo que dialoga con la realidad que vive el escritor: ¿Qué del duelo y el dolor que él vive se refleja en su novela? ¿Cuánto de realidad y de ficción? ¿El autor se pregunta mediante el personaje y busca la respuesta en el lector?

Auster escribe una novela llena de interrogan­tes y donde no hay un fin sino el puente abierto hacia lo ya escrito y el deseo anhelado del próximo libro…

“Y así, con el viento en la cara y la sangre aun rezumando de la herida en la frente, nuestro héroe se dirige en busca de ayuda, y cuando llega a la primera casa y llama a la puerta, empieza el último capítulo de la historia de S. T. Baumgartne­r”.

Hasta aquí Monstruos y Máscaras…

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