Cuando se impone el más fuerte
Una tras otra se apilan las historias de violencia en nuestro país. En Taxco, unos sociópatas secuestran y posteriormente asesinan a una niña de ocho años de edad. Como suele ocurrir en México, las autoridades no reaccionan con eficacia y rapidez. Una turba encuentra a una de las presuntas responsables de este terrible asesinato y, frente a la policía, la desnudan y golpean hasta la muerte. El linchamiento como forma de venganza, que no de justicia.
En Culiacán, a plena luz del día, grupos delincuenciales secuestran a 66 personas, incluyendo mujeres y menores de edad. Familias completas. Es un secuestro masivo. El gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, minimiza los hechos: “Son cosas que pasan”, asevera.
Luego aparecen narco mantas en la capital sinaloense. Resulta que los secuestrados son de familias de presuntos ladrones a los que el cártel local está castigando porque ellos, no las autoridades, son las que procuran el orden en la entidad.
“Esto le va a pasar -afirma una de las mantas- a todos los rateros de Sinaloa para que sientan lo que sienten las familias cuando se meten a robarles a sus casas a invadir su privacidad. Aquí no se permite el robo, secuestro, extorsión y cobro
de piso”. Firma IAG. Se entiende que Iván Archivaldo Guzmán, el hijo del Chapo.
Los secuestradores sueltan a la mayoría de sus víctimas aterrorizadas, salvo a ocho que las autoridades estatales y federales siguen buscando.
En Celaya, una ciudad azotada por la violencia, la candidata de Morena a la presidencia municipal, Gisela Gaytán Gutiérrez, participa en un acto de campaña. De nuevo, a plena luz del día, unos sicarios la asesinan a balazos y huyen con toda impunidad. Los políticos de todo el espectro condenan lo sucedido y comienzan a responsabilizar a los de enfrente. Nadie se hace responsable.
Con este asesinato, a dos meses de las elecciones, ya tenemos los comicios más violentos de la historia moderna del país. De acuerdo al “Reporte de Violencia Política” de la consultora independiente Integralia, ya son 24 los candidatos que han sido asesinados durante el presente proceso electoral.
El crimen organizado claramente está utilizando su poder de “plata o plomo” para imponer a los candidatos que les conviene a ellos.
Hay un hilo conductor en estas tres historias violentas que ocurrieron en los últimos días: la ausencia del Estado para proveer seguridad y justicia. Una turba o el crimen organizado se arrogan el derecho a gobernar y vengar a las víctimas.
En muchas zonas del país, no impera el orden del Estado sino una especia de “Estado de naturaleza” descrito por Hobbes. Esa situación donde el más fuerte se impone, sea la turba o la delincuencia organizada. Ahí no existe, o se ha destruido, el pacto social donde las personas ceden parte de su libertad a cambio de un gobierno que garantice su seguridad.