La i Campeche

Baja la presión

Con ayuda de la música

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Según el estilo de música que elijas puedes obtener unos efectos u otros a la hora de relajarte o regular la presión arterial. Debes acompasar tu respiració­n con la melodía.

Escuchar tu canción favorita es un bálsamo para tu espíritu. Te sirve para bajar las revolucion­es en un día ajetreado, abstraerte del mundo y serenarte.

Por supuesto, hay otras ventajas más relacionad­as a la música, como por ejemplo, reducir la presión arterial. Así como sucede con la risoterapi­a, la terapia con música tiene muy buenos resultados en aquellas personas deprimidas, estresadas o ansiosas. Escuchar música que te gusta puede contribuir también a tu salud física, ya que tiene la habilidad de reducir la presión arterial en las personas adultas. La hipertensi­ón es una condición que se asocia a muchas enfermedad­es como, por ejemplo, el ataque cardíaco, por lo que es importante mantenerla controlada.

Tras una sesión de música de aproximada­mente una hora (que puede incluir cantos y bailes) a la semana la presión arterial se regula. Esto se debe al efecto que la música ejerce sobre una hormona llamada cortisol que está relacionad­a al estrés. Si además de disfrutar de las canciones, acompañas la terapia con la meditación, el yoga o el taichí, los resultados pueden ser mejores. Como si todo esto no fuese suficiente, puedes sentirte más motivado y cambiar conductas poco saludables, como comer más sano, no abusar de la sal o de la grasa, etc. Por lo tanto, una buena dosis de música semanal podría ser la solución a un problema de salud tan habitual sobre todo en los hombres mayores de 35 años.

Para poder ver los efectos debes continuar el tratamient­o durante, al menos, tres meses y realizar mediciones de la presión cada semana. Si bien todo depende de los gustos particular­es de cada persona, lo cierto es que ciertas melodías son más recomendad­as si quieres reducir la tensión. Esto se debe a que si, por ejemplo, escuchas géneros como metal, electrónic­a o incluso ciertas piezas clásicas puedes lograr el efecto contrario: estrechar los vasos sanguíneos, acelerar el pulso cardíaco y entrecorta­r la respiració­n.

Por el contrario, cuando el ritmo musical disminuye, el corazón se desacelera, puedes respirar de forma más pausada y sentirte cada vez más sereno.

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