Un ejemplo

La historia de Catalina Paat Ehuan

Si hay ejemplo de esfuerzo y fortaleza es sin lugar a dudas el caso de Catalina Paat Ehuan, quien por más de 40 años se ha dedicado al comercio ambulante. Las calles de la ciudad capital, se las sabe de memoria, pues ha entregado su vida a la venta de trastes, sartenes, vajillas, ollas y cualquier artículo de cocina se pueden encontrar al interior de su triciclo, con el que diariamente recorre todos los rincones de Campeche, en busca de marchantes que le ayuden a poder concluir con la venta, y así poder reunir para su sustento.

“Catita”, como cariñosamente la llaman; a sus 84 años de edad, sabe muy bien lo que es trabajar de sol a sol y sufrir los embates climatológicos; pasar lluvias y calor abrumantes no la espantan, pues asegura que desde que era joven le han gustado las ventas y el trato cordial a las personas y eso la motiva a despertar con ganas para continuar su labor.

Por que bien dice; “Al que madruga, Dios lo ayuda”, ella sale de su domicilio ubicado en Concordia, justo a las 7 de la mañana para que aproveche la luz del día, y así tener tiempo de buscar para la “papa”, y estar de regreso a las 16 horas a su casa.

Sin duda, los tiempos han cambiado y vender trastes ya no resulta, debido a que el panorama económico para los campechanos es sumamente precario; por lo que a estas alturas, ya nadie quiere endeudarse con la compra de trates a paguitos, motivo por el cual ya no hay ventas, si bien le va, una a la semana.

“No, ya no es como antes ahora, así como lo ves, no he vendido nada desde el lunes, ya nadie se quiere endeudar, lo primero que te dicen es que no tienen dinero y que esta dura la situación. En lugar de comprar, la gente anda empeñando sus cosas, claro, también lo que nos amuela son las tiendas grandes... ni modo, aquí seguimos hasta que Dios diga”.

El dedicarse a la venta ambulante, expuesta directamente a los rayos inclementes del Sol, le ha dejado grandes estragos, como la perdida paulatina de la vista, asegura que eso, es resultado del comercio que realiza. Su piel luce cansada, quemada y reseca, sinónimo fiel de trabajo arduo y el esmero por sobrevivir en un mundo de carencias. Para ella, hay más tiempo que vida.