Buena labor
El encantador de palomas Á
ngel Dzib Valle, que en el barrio de San Francisco es mejor conocido como “El encantador de palomas”; lleva más de 6 años consecutivos haciendo labor social a favor de las aves, que sin rumbo fijo se estacionan en la red de cables de la Ría, casi cerca del conocido puente, donde justo ahí, se ejecutan las obras de construcción.
Con 80 años de edad, el noble hombre, junto con sus enormes bolsas, atestadas de tortilla mojada, se dedica a saciar el hambre de las palomitas, que en la sociedad actual pasan desapercibidas. Relata que la historia comenzó cuando un día, mientras salía a tomar aire fresco en la puerta de su casa, se percató que poco a poco desde lo alto, se veían caer palomas muertas de hambre, lo que despertó en su interior las ganas de auxiliarlas.
Desde ese momento, Ángel decidió dotarlas de algunas tortillas para evitar su muerte; inició brindándole comida a una veintena de aves, así comenzó; hoy, el número ha aumentado, son al menos más de 500 palomitas que se dan cita en el lugar en espera de migajas, que fielmente son esparcidas al aire por la bondadosa mano, del adulto mayor. Esta acción, es una cadena de ayuda, pues, inicialmente Ángel compraba las tortillas, hoy al día se gasta más de 6 kilos, lo que representa un gasto diario de al rededor de 90 pesos, lo que lo empezó a lesionar económicamente; sin duda, impulsado por sus ganas de ayuda, acudió a un pariente, propietario de un molino, para solicitarle su aportación para la ejecución de su buena obra; lo que le funcionó, y a partir de ese momento, no falta la dotación de tortillas para sus palomas. Lamentablemente, no todas las personas son buenas, comenta que hace poco menos de 6 meses, un grupo de hombres extendieron una red para cazar a las palomas, con el pretexto de que eran un fastidio para los vecinos; pero su mala voluntad fue en vano, ya que ninguna cayó en la trampa de tan mala intención. Ángel se siente útil, pero sobre todo satisfecho de poder brindarles comida a estos animalitos, que ya conocen y se emocionan al ver la palma extendida del “encantador” hombre.
“Me causa tristeza que estos animales, no tengan que comer”.