Creada para hacer dormir
El compositor británico Max Richter estrenó en Madrid su obra “Sleep”, una canción de cuna de ocho horas de duración, que fue compuesta con el objetivo de ser escuchada cuando las personas duerman. El público, alrededor de 500 personas, acudió al singular concierto con “sleeping bags” y almohadas. Tal como fue concebido el proyecto, las personas escucharon la pieza a ratos dormidos, a ratos despiertos. El concierto se inició a las 11 de la noche y terminó alrededor de las 7:30 de la mañana, ya con la luz del día asomando por los ventanales del recinto.
Los sueños, esos reflejos truncos de los tesoros de la sombra de un orbe intemporal que no se nombra, que diría Borges, también albergan –según Richter– un punto de en- cuentro mágico y vital con la música. La neurociencia lleva un tiempo investigando precisamente la relación que hay entre música y conciencia. O más bien entre música e inconsciencia. O la vivaz conversación que se produce entre la música y el estado hipnótico del sueño.
El brillante compositor británico, discípulo de artistas como Philip Glass, Arvo Pärt o Brian Eno, concibió la obra “Sleep” como una oda a uno de los últimos refugios que nos queda: dormir, soñar. Y la concibió para ser interpretada a un público que se va arrullando poco a poco.
Con este trabajo, el músico desea “explorar” el resbaladizo terreno entre la vigilia y el sueño, la lucidez y la ensoñación mediante la contemplación sonora.