La familia Barrio
El asesinato de la familia Barrio es uno de los más brutales que se conocen en nuestra historia criminal. Ocurrió en Burgos la madrugada del 7 de junio de 2004, la noche del domingo al lunes.
Salvador, el padre, había llevado a su hijo Rodrigo al autobús que lo trasladaba al internado de Aranda del Duero donde estudiaba. Tenía 16 años y era un chaval conflictivo, como sus padres habían manifestado públicamente y como habían presenciado muchos de los vecinos de La Parte de Bureba, donde Salvador Barrio era alcalde del PSOE. Pero los investigadores de la Policía Nacional no sospecharon a priori ni por un momento de él. ¿Cómo un adolescente iba a preparar el crimen perfecto?
En el descansillo del 5ºA donde residían los Barrio no había una gota de sangre. Pero dentro más de un centenar de puñaladas había acabado con Salvador, Julia y su otro hijo de once años. El espectáculo sangriento hablaba de dos armas, una navaja de doble filo y un objeto romo, empleados con fiereza por una sola persona. Una huella en sangre de una zapatilla en la puerta de una habitación y las mismas huella en polvo en la azotea eran la única pista.
Más de sesenta puñaladas para Salvador, otras tantas para Julia y para su hijo menor. Hubo decenas de sospechosos, hasta que un cambio en los investigadores puso en el punto de mira al único superviviente de la familia Barrio. Ahora residía en Galicia, con su familia materna y sólo estaba preocupado por heredar el patrimonio paterno.
Su propia familia, tras cobijarle, sospechaba de él. Pero las pruebas reunidas no fueron suficientes para inculparlo y, aunque la Guardia Civil ha abierto otra línea de investigación que apunta a otro sospechoso, el crimen sigue sin resolverse.