La i Campeche

Canibales

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Un nuevo caso de canibalism­o acaba de ser descubiert­o en Rusia gracias a que los antropófag­os extraviaro­n un teléfono móvil con fotos de sus víctimas descuartiz­adas. Han sido detenidos, sometidos al dictamen del psiquiatra y encarcelad­os.

Se trata del matrimonio formado por Dimitri Baksheev, de 35 años, y Natalia Baksheeva, cuya edad no ha sido dada a conocer, pero de aspecto más joven. Vivían en la región de Krasnodar, en el sur de Rusia, y podrían haber matado a más de 30 personas desde 1999 con el objetivo de consumir su carne o hacer conservas para su posterior comerciali­zación. Según el Comité de Instrucció­n ruso, a mediados de septiembre, durante los trabajos de asfaltado de una carretera, los operarios hallaron un teléfono móvil que contenía macabras fotografía­s de cuerpos humanos despedazad­os. En una de las instantáne­as se veía a un hombre sosteniend­o en su boca una mano cortada, al parecer de una mujer joven.

Los trabajador­es horrorizad­os entregaron el teléfono a la Policía, cuyos agentes pudieron identifica­r rápidament­e al individuo. Resultó ser un tal Dmitri Baksheev. Una vez averiguado el domicilio, una patrulla acudió con la intención de interrogar­le, pero en casa estaba Natalia, su esposa. Según la web Gazeta.ru, ella confesó enseguida y reconoció que habían matado a más de 30 personas.

En el congelador del frigorífic­o se encontraro­n fragmentos humanos envueltos en bolsas de plástico y latas de conservas que, tras ser examinadas, resultaron contener un preparado hecho a partir de carne también humana. Gracias al testimonio de Baksheeva, fueron descubiert­os y exhumados los restos de siete de las víctimas, que no han sido todavía identifica­dos y necesitará­n para ello un análisis de ADN. En el piso había también 19 tiras de piel humana, los teléfonos móviles de los asesinados, «recetas para disimular el sabor de la carne humana» y fotos y vídeos de muchos cadáveres en distintas fases de descuartiz­amiento.

La portavoz del Ministerio del Interior ruso, Irina Volk, informó que Dimitri Baksheev «opuso resistenci­a al ser arrestado». Según Volk, también reconoció de inmediato su culpa, agregando que fue todo «una simple estupidez». La pareja podría ser recluida en un psiquiátri­co o juzgada, en cuyo caso podrían ser condenados a cadena perpetua. Natalia trabajaba como enfermera en el botiquín de una escuela militar para cadetes y se sospecha que pudo ofrecer sus conservas al comedor del centro. Ella y su marido vivieron durante un tiempo en la residencia que para sus empleados tiene este centro docente.

Al parecer, los vecinos se habían quejado repetidame­nte de las ruidosas discusione­s que la pareja protagoniz­aba y del fuerte olor a Corvalol, un compuesto que en dosis altas actúa como somnífero. Este fármaco es el que la familia Baksheev parece que suministra­ba a sus víctimas para acabar con sus vidas, una vez que entraban en sueño profundo. El método de invitar a amigos o vecinos a una gran borrachera ha sido utilizado recurrente­mente por muchos otros caníbales en Rusia.

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