La i Campeche

Lo que sigue siendo

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Una vez que es, es una vez que fue cuando ya no es, pero que no será jamas de nuevo. Tan solo en el recuerdo. Por eso, no entiendo qué pasó. Porque, los muertos no se suelen levantar de sus tumbas.

Eso solo pasa en las peliculas, pero en el cementerio de Hampters Luims eso no pasa. Esto es la vida real.

Me llamo James y cuando vi aquella lápida moverse, me di la vuelta para avisar a Kathy, mi amiga de la infancia, que venia a ponerle unas flores a sus abuelos. Pero ella no estaba por ningún lado.

La llame mil veces, pero nada. Entonces, un ruido me hizo volverme hacia donde estaba la lapida. Había sido un ruido, como de un golpe seco. Como si hubieran roto algo de madera.

Entonces, vi aparecer aquella mano, cuyos dedos, palma y dorso, aun conservaba­n algo de carne descompues­ta, colgando de su anatomía. Yo me quede paralizado de miedo, durante unos interminab­les momentos. Entonces, cuando vi aparecer la otra mano y uno de los brazos, tuve que echar a correr gritando como un poseso de miedo. ¡¡Kathy!! llamaba a mi amiga, a gritos. Entonces, el grito que llegó a mis oidos, me parecio que salia de la garganta de mi amiga. Me dirijí hacia alli y mientras me acercaba pude discernir, que el grito se iba diluyendo en un sonido, como de algo que come. Me iba imaginando la escena. Pero algo me hizo seguir adelante, aun a sabiendas de lo dantesco de la situación.

Y entonces lo vi: Kathy en el suelo y tres cuerpos descarnado­s y completame­nte putrefacto­s se estaban dando un festín, con ella.

Mi grito fue mi perdición.

Los muertos vivientes se giraron y me descubrier­on. Me giré para salir corriendo y tope con algo grande. Era como si me hubiera dado un golpe, contra una pared. Sali rebotado y cai al suelo. Ante mi, un zombi de casi dos metros me miraba, con sus ojos de infierno y su cara llena de gusanos saliéndole por todos los lados, gusanos que se comian su carne descompues­ta. Me intente levantar, y salir corriendo pero tras mia los zombis que se estaban comiendo a mi amiga me cerraban el paso. Entonces, me di cuenta de que habia uno mas: Mi amiga. Kathy, con las tripas fuera aun y medio cerebro consumido por aquellos seres, reclamaba mi cuerpo, mi vida, mi ser, para poder alimentars­e y calmar asi su hambre eterna. Ahora soy uno mas de ellos. Vamos camino del pueblo. Aun no se qué ha pasado. Pero ahora da igual.

Por que lo que fue, sigue siendo. Y no precisamen­te en el recuerdo...

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