Laberinto
De tesoros recién d e s c u b i e rt o s
En la selva tropical de Chiapas se esconde Palenque, uno de los sitios arqueológicos más imponentes del país resultado de la civilización maya, a la que se continúa conociendo gracias a descubrimientos como los recientes, que incluyen un mascarón de estuco y una vasta ofrenda.
Gracias al trabajo de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), hace unos días fue revelado en este punto del noreste de la entidad el hallazgo de la cabeza de quien se cree simboliza al gobernante maya K’inich Janaab’ Pakal, que rigió hasta su muerte, a los 80 años.
Notimex atestiguó el traslado de ese, así como de decenas de otros objetos encontrados, al laboratorio de Palenque, donde antropólogos y restauradores encabezados por el arqueólogo Arnoldo González trabajan en su resguardo y clasificación. Son más de 100 lotes, algunos aún guardados en bolsitas.
Los especialistas descubren ante las cámaras las mesas cubiertas con papel para proteger las piezas. Destacan figurillas y tiestos cerámicos, huesos tallados, dos perlas, fragmentos de jadeíta, sílex, concha nácar, obsidiana y cinabrio, y una pieza de pirita pulida a manera de espejo. También cuatro vasijas semicompletas de la fase Murciélagos, característica del periodo Clásico Tardío, a la que correspondió la cultura maya de la zona (684 - 720 d.C.); así como numerosos huesos de tortugas, robalos, mojarras, lagartos, tenazas de cangrejos, aves pequeñas y caracoles.
Los elementos aluden a un contexto acuático y de fertilidad; denotan, asimismo, el alto estatus de los habitantes de El Palacio. Sobresale una nariguera de hueso, única en su tipo, que uno de los arqueólogos coloca sobre la máscara de estuco para mostrar su posible función, que no va más allá de decorar el rostro.
Enseguida caminamos hacia el conjunto de estructuras que constituyen El Palacio, que se distribuye alrededor de patios interiores conformado por un complejo grupo de edificios, espacios abiertos, corredores, galerías subterráneas, drenajes y una torre que, se cree, sirvió como observatorio.
Al llegar a la Casa E, dedicada a la entronización de Pakal, se observa la manera en que se realizan las labores de restauración a cargo de Constantino Armendáriz, en las que también participa Jessica Avecilla, quien muestra la zona donde se conserva la mayor parte de la pintura mural.
“Se hicieron trabajos de remoción de sales y microorganismos porque había una problemática de humedad muy fuerte que va arrastrando sales de los mismos materiales constructivos del muro y los va depositando en la superficie". Lo anterior provoca una especie de velos, que son retirados por los restauradores para que se pueda descubrir la pintura mural, como es el caso de un personaje delineado en negro con un tocado, detalla.
Agrega que hay varias etapas de pintura mural que se fue tapando una con otra, en el caso de la Casa E han detectado cinco de ellas. La que se puede apreciar es la cuarta, presidida por una blanca, dos etapas de grises y posteriormente otro acabado grueso en gris.
Las teorías de los cambios son en torno a los gobernantes que llegaban al lugar, aunque es algo que se sigue estudiandoAgregó que arqueólogos y grafistas desentraman cada uno los pequeños datos con los que cuentan a fin de armar una historia y que el planteamiento es trabajar tanto el interior como en el exterior. Primero se trata de solucionar el problema central y después van a trabajar la cubierta en el año.