La i Campeche

El almario maldito

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Luis se encontraba muy feliz. Al fin había cumplido su sueño de tener una casa propia. Le tomó varios años de ahorrar mucho, pero al menos ya sería independie­nte. Le estaba yendo bien en el trabajo, tenía su casa y la mujer de sus sueños estaba saliendo con él. Nada podía ser mejor, solo esperaba que cuando Mandy llegará de viaje se mudaría con él y comenzaría­n la vida que siempre soñó.

Se estacionó fuera de la casa y un hombre bajito lo esperaba en la puerta. Corrió hasta el hombre y este le dijo: “Buen día, señor Luis, aquí están las llaves de su nueva casa. Pasemos adentro para que firme unos papeles y luego es toda suya”.

Al entrar a la casa, Luis imaginó como quedaría luego de colocar sus muebles y después que el buen gusto de Mandy terminara la decoración. La casa estaba completame­nte vacía, pero en el fondo de la sala estaba un hermoso armario de Roble que debía valer una fortuna.

“Los antiguos dueños dejaron el armario. Dijeron que no lo querían, que podía quedarse usted con él o venderlo si eso prefería”, dijo el hombre.

“Que extraño, parece muy costoso. Lo dejaré aquí hasta que mi novia llegue en dos días y que ella decida si se quiere quedar con él”, respondió Luis.

“Perfecto señor. Firme aquí y la casa es suya”, respondió el vendedor antes de salir de la casa y desearle buena suerte. Le tomó todo ese día y parte del día siguiente llevar todas sus cosas y las de Mandy que llegaría un día después de su viaje. Luis decidió pasar allí la noche y por la mañana buscaría a Mandy en el aeropuerto.

Se acostó temprano muy cansado y como a las 10 escuchó unos ruidos en la sala. Se levantó y los golpes venían del interior del armario de roble. Lo abrió y no vio nada. Volvió a dormir y al poco tiempo sintió como si se asfixiara. Abrió los ojos y una almohada cubría su rostro, se la quitó y en la oscuridad, una silueta con cuernos largos salía de su habitación.

Se levantó rápido y la siguió. La sombra se metió en el armario. Luis se asustó mucho, pero al abrirlo no vio nada. Pensó que quizás era el cansancio que le jugaba una mala pasada así que volvió a su cama.

Horas después, escuchó gritos en la sala y salió corriendo. La puerta estaba abierta y unas maletas yacían adentro. Escuchó más gritos y miró hacia el armario. Mandy luchaba por salir mientras una figura con cuernos la arrastraba dentro. Ella lo miró y gritó: “AYÚDAME”. Pero finalmente la puerta del armario se cerró. Luis la abrió, pero estaba totalmente vacío.

Mandy había llegado antes para sorprender­lo, pero al entrar, el armario maldito la consumió. Luis nunca volvió a verla. Como era de esperarse, nadie le creyó y muchos pensaron que fue Luis quien la asesinó.

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