El sol no quería alumbrar

Todas las mañanas, la luna después de haber viajado toda la noche repartiendo su luz por todo el cielo, llegaba al otro lado del mundo para dormir. Mientras el sol, con todo su calor tomaba su lugar, las estrellas se desaparecían como de costumbre y el firmamento con su azul profundo y claro, le daba la bienvenida al astro rey.

Pero sucedió que, una de esas noches antes de que saliera la luna, el sol la esperó tras una enorme nube y le pidió que aquel día no se ocultara, sino que lo ayudara para él también descansar y ver cómo sería una noche, algo que jamás había podido presenciar. La luna por su parte, si había tenido oportunidad de salir durante el día, así que de nada se perdería si no lo veía llegar. Fue así como la luna se volvió su cómplice y acordaron que al llegar la siguiente mañana taparían todo el cielo con nubes. Así nadie notaría que el sol no estaba. Pero como a las nubes no les contaron de su plan, estas decidieron no colaborar.

Entonces descubrieron el cielo y el sol nada que aparecía. La luna en aquel tiempo le convenció de compartirse el trabajo aquel día, para que el descansara. Para poder ayudarle, la luna en el firmamento azul, se posó delante del sol tapándolo completamente.

Esta fue la historia, de cómo un día tuvo dos noches y la luna fue suplente del sol. Quien al ver por fin como sería la oscuridad, hizo venir las estrellas y estas no alumbraban suficiente, la gente estaba asustada, las nubes querían llover, pero viendo lo tenebroso que sería el mundo sin su luz, dejó ir el sol a la luna y sus estrellas. El cielo volvió a ser azul, y cuando llegó la noche, la luna apareció radiante y se volvió tan llena que casi fueron dos días y dos noches en un solo día que les quedó a los dos astros para el recuerdo.