La i Campeche

No te acerques a la pared

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Daniel es el menor de dos hermanos de la familia Montgomery. Su familia se acababa de mudar a Los Ángeles a una casa antigua, que para variar estaba en oferta. Al llegar a la casa, su madre les dice a ambos chicos que ya no tendrán que dormir más tiempo en la misma habitación, que suban a la primera planta y que cada uno escoja su propio cuarto.

Daniel emocionado, se quedó con el cuarto restante, a pesar que no era muy grande, era perfecto porque era de él. Sin embargo, la emoción le duraría muy poco.

Sin mucho tiempo para amueblar el cuarto de Daniel, los señores Montgomery decidieron que la antigua litera que los dos hermanos compartían anteriorme­nte quedaría en el cuarto de Daniel. El niño se entusiasmó mucho, porque por primera vez, ¡él podría dormir arriba! A mitad de la noche, Daniel empezó a escuchar ruidos en la cama de abajo y medio dormido le dice a su hermano que deje de moverse, que no lo deja dormir, mientras golpea su propio colchón. Sin embargo, los ruidos no pararon en toda la noche y una vez que Daniel se despertó completame­nte por los ruidos, recordó que estaba solo y el miedo empezó a manifestar­se en él. Esa noche no pudo dormir

La segunda noche, Daniel se fue un bastante temeroso a la cama, pidiéndole a su mamá que esta noche no cerrara por completo la puerta del cuarto. Esta noche el niño logró dormir un poco, pero al reloj marcar las 3:33 a.m. Daniel abrió los ojos y ahogó un grito, desde la pared pudo observar una figura extraña que lo estaba jalando hacia ella. De hecho había hecho entrar su pie. El niño asustado se abrazó de una madera de la litera y resistiend­o con su propia fuerza aguantó hasta el amanecer, cuando el ente dejó de halarlo. Ya había pasado un mes y Daniel tenía miedo de comentarle a alguien sobre lo que pasaba en su cuarto. Las primeras semanas fueron difíciles de resistir, pero luego el niño entendió que sí se alejaba de la pared, el ente no podría tocarlo. Una tarde, unos familiares de la familia Montgomery vinieron de visita y mientras se divertían y pasaban tiempo en familia, se hicieron las 12 a.m. Por lo cual decidieron quedarse a dormir. Como el cuarto de Daniel tenía una litera, ese sería el cuarto que ellos ocuparían. El niño estaba tan feliz y distraído que se olvidó de avisarles a ellos el peligro que allí corrían. A las 3:33 a.m.

Se oyó un grito desgarrado­r que provenía del cuarto del niño.

Al llegar al cuarto todos estaban buscando a su primo, quien era que había gritado y nunca apareció en ningún lugar de la casa.

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