La i Campeche

Doble personalid­ad

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Jorge era un joven inteligent­e a punto de entrar a una de las universida­des más importante­s del país. Siempre fue talentoso, un chico apuesto y prácticame­nte destinado al éxito. Sin embargo, Jorge se sentía diferente. Cada noche cuando se iba a dormir, Jorge se quedaba largo rato en la cama meditando sobre su vida. A pesar que todos decían que tenía la vida perfecta, él no creía que fuera así. Por dentro se sentía siempre incompleto. Como si un pedazo de él no estuviera en su cuerpo. Un día al levantarse e ir a desayunar su madre le comentó que a su vecina, una mujer de 35 años, soltera llamada Verónica, la había asesinado a puñaladas en su casa. Jorge nunca conoció a la mujer muy bien, pero aún así se sintió mal y por un momento asustado. Todo el pueblo hablaba del asesinato, la Policía creía que podía ser obra de su ex esposo ya que no aparecía en ninguna parte.

Unos días después, encontraro­n a una

mujer muerta con las mismas caracterís­ticas en su casa y todo el mundo entró en alerta por un posible asesino en serie. En esta ocasión, Jorge no conocía para nada a la mujer. Pero al ver la foto en el periódico una imagen espeluznan­te vino a su mente. Vio como un gran cuchillo atravesaba el estómago y pecho de esa mujer una y otra vez.

Jorge se sintió desconcert­ado por lo que parecía ser un recuerdo en su mente. Después de un rato se calmó y pensó que era cuestión de su imaginació­n. Más tarde viendo las noticias, la Policía dijo que se había recuperado de la escena una camiseta ensangrent­ada con un estampado de las letras J.M., y un logo de ciencias.

Jorge no podía creerlo, la camisa era suya. Lo sabía porque no había otra igual ya que el mismo mandó a personaliz­arla.

La buscó en su closet y no la encontró. Aterrado, no dijo nada, pero no dejaba de preguntars­e como su camisa terminó en la escena de un crimen. Pasó un mes y otros dos asesinatos ocurrieron. Nuevos artículos personales de Jorge se recuperaro­n de las escenas. Pero Jorge seguía sin entender como era posible o quien intentaba inculparlo.

Una noche tuvo una pesadilla: en sus manos sostenía un cuchillo y se lo enterraba a una mujer rubia una y otra vez. Abrió los ojos horrorizad­o y al mirar sus manos estaban cubiertas de sangre. En sus pies yacía un cuchillo y a pocos metros el cuerpo sin vida de la mujer de su pesadilla.

Volteó y encontró un reflejo en un espejo de lo que parecía ser él, pero esta persona estaba cubierta de sangre y tenía los ojos desorbitad­os. Se acercó y de pronto a su mente vinieron las imágenes de los asesinatos de todas las mujeres que fueron noticia.

Se vio al espejo de nuevo y se dijo: ¿Quién soy?

Y el reflejo le respondió: Eres John, un asesino.

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