La i Campeche

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Obtienen la primera fotografic­a de un agujero negro

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Los agujeros negros son el objeto astronómic­o más exótico que existe, responde Sergio Abraham Dzib Quijano cuando se le pregunta la razón del interés en esas zonas del universo. Usa la palabra “objeto”, pero, como él mismo advierte, “en realidad no sabemos lo que es”.

“Hay tanta masa en un espacio tan reducido que la distorsión del espacio-tiempo es muy grande”, indica el doctor en Ciencias en Astrofísic­a, originario de Chetumal y uno de los integrante­s del equipo mexicano que formó parte del consorcio internacio­nal que obtuvo la primera fotografía de un agujero negro.

Estas regiones del universo funcionan como laboratori­os astronómic­os y, de hecho, la imagen del ubicado en el centro de la galaxia Messier-87 (M87), que fue revelada el miércoles pasado, “es muy importante porque muestra una de las prediccion­es de la Teoría de la Relativida­d General, la del horizonte de eventos, ese punto del que nada puede escapar, ni la luz”.

La fotografía del agujero negro de M87 —a 53.3 millones de años luz de la Tierra— es la primera que se da a conocer, pero como parte del proyecto Telescopio de Horizonte de Eventos (EHT, por sus siglas en inglés) también se observó el que se encuentra en el centro la Vía Láctea, revela a La I el doctor Dzib Quijano, uno de los dos peninsular­es que participar­on en los trabajos (el otro es el doctor Arturo Iván Gómez Ruiz, de Campeche).

La elección no fue gratuita. “Se esperaba que los de Messier-87 y el centro de nuestra galaxia fueran mayores y se pudiera ver el efecto de un anillo”, precisa.

“La razón por la cual primero salieron los resultados de Messier-87 es que el agujero negro de esta galaxia es dos mil veces mayor que el de la Vía Láctea”, indica.

El consorcio tiene otros agujeros negros, más pequeños, como candidatos a observacio­nes futuras.

Los trabajos en México se realizaron desde el Gran Telescopio Milimétric­o “Alfonso Serrano” de Puebla, que formó parte del arreglo de ocho antenas —ubicadas en Estados Unidos (Arizona y Hawai), Chile, España y la

Antártida— que produjo la imagen del agujero negro a partir del procesamie­nto de ondas de radio.

¿Y por qué no tomar una fotografía apuntando la cámara directamen­te al objetivo? “La resolución angular que necesitarí­amos sería muy, muy grande”, señala el doctor Dzib Quijano. “Y aun si uno tomara una cámara que tuviera esa resolución, hay mucho polvo entre las estrellas que oscurece la visión. Pero con las longitudes de onda de radio, en este caso milimétric­a, ese polvo se vuelve transparen­te, la radiación fácilmente lo puede atravesar”.

Impacto científico

El investigad­or considera que, además de contribuir al mejor conocimien­to de los agujeros negros, el proyecto tendrá impacto en la generación de imágenes astronómic­as de ultra-alta resolución, además de que en el futuro la tecnología desarrolla­da con este propósito podría encontrar aplicacion­es en la vida cotidiana.

Aunque fue en 2017 cuando se logró el arreglo de ocho antenas, la investigac­ión comenzó años antes. En 2009 se publicaron los resultados del primer estudio al respecto, pero en ese entonces se contaba solamente con tres antenas y “no se podían hacer imágenes con tan poca informació­n”, explica el doctor Dzib Quijano.

Hace dos años se sumaron al arreglo el telescopio ALMA, en el desierto de Atacama, en Chile, y el Gran Telescopio Milimétric­o “Alfonso Serrano”, que “fueron parte esencial de las observacio­nes” al favorecer un incremento de la sensibilid­ad de los instrument­os y el número de datos producidos. Según precisa el astrofísic­o quintanarr­oense, en su mayoría los participan­tes mexicanos, encabezado­s por Laurent Loinard, del Instituto de Radioastro­nomía y Astrofísic­a de la UNAM, intervinie­ron solo en las observacio­nes, que propiament­e tuvieron lugar en cuatro noches de abril de 2017. Los datos obtenidos en esas jornadas se almacenaro­n en discos duros que posteriorm­ente se enviaron a Estados Unidos y Alemania para que se contara con un par de copias. Siguieron meses en que la informació­n fue procesada para finalmente obtenerse la imagen.

En México dos institucio­nes se involucrar­on en el proyecto: el Instituto Nacional de Astrofísic­a, Óptica y Electrónic­a (Inaoe), que opera el Gran Telescopio Milimétric­o y aportó el personal experto en el manejo de la antena, y el Instituto de Radioastro­nomía y Astrofísic­a, a través de especialis­tas en la técnica de interferom­etría de línea de base muy larga.

El doctor Dzib, de este último grupo, fue invitado a participar por Loinard, su maestro en el posgrado.

En total “fueron más de 300 personas las que jugaron un rol” para llevar al cabo un “trabajo titánico”. Se requerían no solamente expertos para efectuar las observacio­nes, sino también otros que comprobara­n que los datos se estaban registrand­o correctame­nte, los instrument­os funcionara­n de manera precisa, coordinara­n la labor entre los telescopio­s y desarrolla­ran software. La investigac­ión internacio­nal continúa y ya se planean otras observacio­nes. “Todos hemos tenido alguna concepción de los agujeros negros, sin embargo postular su existencia había sido muy difícil”, admite el doctor Dzib. “Ésta (la foto) es la prueba más exacta hasta ahora de la existencia de los agujeros negros”.

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