El tiempo
¿Lo percibe igual nuestra mascota?
Aunque el tiempo pasa igual para todos sin detenerse, la percepción del mismo es diferente para cada individuo. Todos los animales detectamos el paso del tiempo gracias a nuestro reloj biológico interno. Sin necesidad de mirar las agujas de un reloj, podemos hacernos idea de qué hora es por diferentes estímulos. La luz y la temperatura son los factores ambientales principales que ayudan a percibir el paso del tiempo. A los estímulos externos se los denomina sincronizadores, puesto que, gracias a ellos, sincronizamos nuestro reloj interno con el exterior. Este ‘reloj’ es una estructura
cerebral que se encuentra en el hipotálamo, concretamente en la glándula pineal y los núcleos supraquiasmáticos. El reloj interno tiene un fuerte componente genético, aunque podemos aprender a llevar un ritmo de vida diferente respecto al que nos sentiríamos cómodos.
Ritmos biológicos
Todos los seres vivos actuamos conforme a ritmos biológicos. Esto quiere decir que repetimos unos parámetros en un intervalo de tiempo regular a lo largo de nuestra vida. Por ejemplo, dormimos unas ocho horas diarias en un tiempo comprendido entre las 22:00 y las 08:00. Los ritmos tienen distintos periodos Ultradianos: periodos de menos de 20 horas. Un ejemplo es la digestión, la respiración, la presión arterial, etc. Circadianos: periodos de 20 a 28 horas. Son dependientes de la luz y oscuridad. ‘circa’ significa ‘aproximadamente’, por lo que son periodos de alrededor de un día. El ciclo de sueño-vigilia es un ejemplo. Infradianos: periodos de más de 28 horas. En esta clasificación entran los periodos largos como los circalunares, circaanuales… Por ejemplo, las fases de la luna, la rotación de la Tierra, etc.
Así que la respuesta es sí. Los animales detectan el paso del tiempo gracias a un reloj interno que se encuentra en el hipotálamo y se ajusta por parámetros externos como la luz del sol, las estaciones, las fases lunares, etc.
Influencia en el comportamiento
El reloj biológico impulsa a los animales a realizar ciertos comportamientos, como el cortejo, la hibernación, las grandes migraciones… Por esta razón, en una determinada época del año, un animal puede estar más inquieto si en su estado natural le corresponde viajar, dormir o buscar pareja aun viviendo en cautividad.