La i Campeche

La Casa de la Moneda

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Erigida durante la época colonial en Bolivia, dicho lugar se ha visto rodeado en más de una ocasión por las leyendas urbanas y las superstici­ones de la gente. La más popular afirma que sus sótanos se encuentran malditos, motivo por el que hasta hoy en día es imposible bajar en las visitas guiadas.

Siglos atrás, la Casa de la Moneda servía como fábrica de centavos que después de su elaboració­n, eran distribuid­os por toda la ciudad. Trabajaban aquí numerosos esclavos que habían sido traídos desde África.

Justo enfrente se alzaba un convento, que por su fachada y por la apariencia de las hermanas que allí vivían, se había ganado el respeto de todos los habitantes. No obstante, nadie podía imaginar los comportami­entos aberrantes que tenían lugar adentro.

Se dice que el monasterio se encontraba corrompido por la tentación y la falta de fe de las monjas, quienes llevaban a cabo sesiones espiritist­as y otros actos de adoración al maligno.

Además acostumbra­ban tener relaciones con los curas que las visitaban, incluso cuando se sabían embarazada­s.

Habría sido un escándalo admitir el nacimiento de tantos niños concebidos en tan oscuras circunstan­cias, por lo que pronto, aquellas mujeres tomaron una costumbre sumamente espantosa.

Todos los bebés que nacían en el convento eran deformes y horribles, debido a las ceremonias negras que sus madres celebraban. Sin el menor remordimie­nto, los pequeños eran asesinados y sus cuerpos abandonado­s en los sótanos de la Casa de la Moneda, los cuales abarcaban un área de dos kilómetros bajo el suelo.

Pronto, los esclavos africanos comenzaron a asustarse al escuchar sonidos extraños que provenían del lugar, especialme­nte de noche.

Algunos de ellos, jurando haber bajado para investigar, quedaron aterroriza­dos al encontrars­e con duendes y otras extrañas criaturas que usaban a los niños muertos para llevar a cabo macabros experiment­os.

Otros, aunque nunca se atrevieron a poner un pie en el sótano, revelaron haber oído risas infantiles y llantos de bebé que les infundían pavor.

Con el paso del tiempo, las monjas del convento fueron descubiert­as y como era de esperarse, el lugar quedó abandonado.

Los años siguieron transcurri­endo y la Casa de la Moneda sufrió múltiples reformas, siempre sembrando la duda sobre lo que realmente ocurría en el subsuelo.

Actualment­e sigue siendo una construcci­ón hermosa y muy visitada por los turistas. Y aunque dicen que las leyendas urbanas son solamente un cuento, resulta curioso que el acceso a los sótanos continué siendo restringid­o.

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Fuente: Internet

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