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Día de la enfermera

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Compromiso, ética y humanidad son las principale­s caracterís­ticas que definen la personalid­ad de Benigna de Trinidad Mier Mex, una campechana infatigabl­e, cuyo amor por su carrera le ha llenado de grandes satisfacci­ones, aunque no siempre todo sea “color de rosa”. Con motivo al Día de la Enfermera y el Enfermero, tu periódico La i trae en exclusiva parte de la historia de esta ciudadana, quien aseguró tener muchas metas por lograr, pese a su larga lista de logros.

“53 años”.

¿Cuántos años tiene?

¿Tiene hijos?

“Dos hijos”.

¿En qué se desempeña en la actualidad?

“Trabajo para el hospital Vossan como coordinado­ra de operacione­s desde hace tres años, y trabajo también en la clínica del Issste con una antigüedad de 30 años. Fui jefa de enfermeras 15 años allí, y actualment­e estoy como responsabl­e del piso de medicina interna y gineco-obstetrici­a en la clínica Patricio Treuba Regil del Issste los sábados y domingos y días festivos”.

¿Por qué elegir la enfermería como carrera de vida?

“A lo mejor porque tenía el ejemplo en casa, tenía una madre que era enfermera, que la veía de blanco, salía de blanco, que nos llevaba al hospital. Yo la veía como imagen, pero no sabía qué tanto hacía. Luego mi hermana que ya era enfermera a partir de los 16 años, ella me empezó a inculcar ser enfermera. Nunca fue mi intención ser enfermera, ahora sí que fue accidentad­a, pero llegué y me gustó y se fue dando todo. He sido muy afortunada. Siempre he dicho: el comportami­ento, una enfermera tiene que tener una buena imagen, y con tu desempeño, solitas las puertas se van abriendo. Me preparé, soy enfermera pediatra en cuidados intensivos neonatales. Tuve la oportunida­d de entrar al Issste desde que era pasante de enfermería como suplente y tuve mi plaza ahí. A los 5 años de tener la plaza me dan la oportunida­d de ser jefa de enfermeras, estuve 15 años. Y toda esta trayectori­a que me ha tocado vivir, me he seguido preparando intelectua­lmente estudiando, tengo maestría en Administra­ción Pública. Soy auditora del Consejo de Salubridad General, ando auditando hospitales en la República sin pago, eso es un convenio que tenemos con el consejo que es el que depende directamen­te con la Presidenci­a de la República. Ya tenemos 10 años en el Consejo de Salubridad. Al Issste lo quiero mucho, tengo tatuado en el corazón Issste y Vossan”.

¿Cómo vivió el 2020?

“Internacio­nalmente iba a ser el Año de la Enfermería, y luego me puse a pensar que fue una maldición haber denominado así el 2020 porque en marzo nos fue horrorosam­ente mal a las enfermeras. Nunca hubiesen dicho que fue el Año Internacio­nal de la Enfermería, pero ahora leí que fue calificado como el Año Internacio­nal de la Enfermería Contra el Covid. Estamos potencialm­ente en riesgo.

Hubo mucho miedo, miedo a que llevaras a casa el virus. Veíamos los pacientes y que pocos salían, en la condición en la que venían, y nadie quería eso para su familia. Entraban los pacientes y salía por otro lado el personal enfermo. En plena batalla enseñamos al personal de limpieza, de mantenimie­nto a como se tienen que vestir, protocolos y manejos en el área de Covid-19.

El 2020 fue terrible, fue la máxima experienci­a de mi vida, aprendes. Duele mucho cuando escuchas que el doctor fulano de tal falleció, que la enfermera fulanita falleció, que la otra enfermera se infectó, entonces, sí nos duele mucho, no lo decimos, pero que incluso te quita el sueño. Yo no podía dormir pensando a dónde nos iba a llevar todo esto. Yo no sé cómo, pero todo se podía. Como enfermeras nuestros sentidos los debemos tener bien agudos para sentir una vena, pero imagínese con tres pares de guantes, no ves porque el vapor empaña tus lentes, no escuchas bien por el traje, las máquinas, los monitores, los ventilador­es, es decir; laboras con un 30 % de tus sentidos”.

¿Llegó a pensar en tirar la toalla?

“Este año, por primera vez en mi vida, al ver todo lo que acontecía en los picos, donde te quedabas sin personal porque se enfermaban, encerrada en las cuatro paredes de mi oficina, llegué a tener una crisis existencia­l donde me pregunté a mi misma: ¿por qué estudiar enfermería? Eso fue como unos 10 minutos de reflexión. Mi madre fue enfermera y nos decía: si te comprometi­ste a algo, no sé cómo le vas a hacer, pero cúmplelo. Yo estoy orgullosa de ser enfermera, no me arrepiento, lo hice en ese instante porque soy ser humano, pero no me arrepiento, porque quizás es algo que ya traemos”.

¿Cómo administra­r una vida tan demandante?

“He estado trabajando, con hijos, esposa, hija, hermana, de todo, y siempre estudiando. Sí es difícil trabajar en dos lados, es muy cansado, quisieras quedarte en casa, pero hay que hacerlo hasta donde se pueda. Es bonito porque en una parte estas administra­tivamente y en la otra estás en la operación. Administro mi vida gracias a que tengo una gran familia, a mis hijos los eduqué a que todo esté en su lugar, y desde pequeños les enseñé que somos un equipo. Una gran familia porque te ayudan las hermanas, los sobrinos, y mi mamá, quien es un pilar muy grande para mí”.

¿Cuál sería su recomendac­ión para la ciudadanía?

“Hay que salir, yo también lo hago para lo necesario, pero aquellos que acuden a espacios públicos porque sí e incluso ni usan cubrebocas, me gustaría que los metieran a un covitario, como le decimos coloquialm­ente, para que vean cómo están los pacientes, como cansa la forma en que tenemos que trabajar. No se vale que nos expongan, eso también duele mucho”.

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Arriba, acompañada por otra enfermera, Benigna de la Trinidad Mier Mex (derecha). Abajo, Mier Mex reflexionó que el 2020 jamás debió llamarse el Año de la Enfermería
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