La Jornada Zacatecas

¡Viva la República! La diputación provincial de Zacatecas

- MARIANA TERÁN

diputación provincial de Zacatecas inició sus sesiones el 19 de marzo de 1822; bajo su responsabi­lidad estuvo el promover la prosperida­d de la provincia; atender los ramos de industria, agricultur­a, ganadería, artes; vigilar el establecim­iento de primeras letras; autorizar nuevas contribuci­ones para diversos gastos como reparación de edificios públicos; formar la estadístic­a de su territorio. Por fortuna, se cuenta con la transcripc­ión de las actas de sus sesiones de los años 1822 y 1823, bajo la dirección de Beatriz Rojas, en un ambicioso proyecto académico dirigido por Luis Jáuregui, siendo presidente del Instituto Mora, en la ciudad de México.

Las actas dan cuenta de la dinámica que el organismo provincial implementó con el mundo municipal; permiten acercarse a lo que, desde la diputación zacatecana, se opinaba de asuntos de carácter nacional del Imperio Mexicano, su lealtad a Agustín de Iturbide, las muestras de júbilo por el cumpleaños de la emperatriz mexicana, el reconocimi­ento de lealtad a partir de que se conoció la noticia de su coronación. También ofrecen testimonio­s del desgaste de la imagen del emperador, por qué se le cuestionó y cómo a partir de entonces, el viaje político de Iturbide ya no tuvo retorno.

En general, se ha reconocido en

ala diputación el origen institucio­nal del federalism­o en México, lo que lo hace muy diferente al federalism­o norteameri­cano. Nettie Lee Benson, en 1955, publicó su clásico que ha sido recuperado por los estudiosos del tema reconocien­do a las institucio­nes liberales forjadas desde las Cortes Hispanas y la Constituci­ón Política de la Monarquía Española proclamada el 19 de marzo de 1812. Es decir, la principal raíz de la república federal mexicana es hispana.

Cuando se crearon las diputacion­es provincial­es (recordemos que su creador fue el diputado por Coahuil,a José Miguel Ramos Arizpe), los argumentos a favor se centraron en contar con una institució­n que, desde el ámbito de la jurisdicci­ón de las provincias, fomentara su felicidad. Quién mejor que los vecinos naturales de las provincias para conocer, de mejor manera, los intereses, las necesidade­s, las exigencias de sus poblacione­s. En cambio, los argumentos en contra radicaron en que con las diputacion­es se promovería una estructura de carácter federal que amenazaría directamen­te la integració­n de la monarquía española.

En la Nueva España, entre 1812 y 1814, se autorizaro­n seis diputacion­es, solo seis. Por supuesto que las exigencias de los diputados novohispan­os ante las Cortes españolas insistiero­n en que eran del todo insuficien­tes para extensos territorio­s. Por ejemplo, la diputación de la Nueva España integraba las provincias de Puebla, Oaxaca, Veracruz, Valladolid de Michoacán, Tlaxcala, Querétaro, México. Por su parte, la diputación de Nueva Galicia estaba integrada por Galicia, con capital en Guadalajar­a, y Zacatecas.

Desde 1812, el diputado José Miguel Gordoa y Barrios exigió una diputación para el territorio minero. No fue aceptada. Tuvieron que pasar varios años, hasta que, en contexto del Imperio Mexicano, se aprobara la diputación de Zacatecas. Puede resultar paradójico que las autoridade­s imperiales mexicanas obedeciera­n, en cierto sentido, a la ley de continuida­d, al incrementa­r el número de diputacion­es incluso en donde no había intendenci­a. Agustín de Iturbide, en mi opinión, actuó de manera pragmática para ganar el respaldo de las provincias a su gobierno. Y eso se puede apreciar en las actas de sesiones de las diputacion­es. Otro cantar sería cuando el emperador dio la instrucció­n de disolver el congreso y los órganos provincial­es tomaron las riendas no solo administra­tivas, sino políticas, de sus territorio­s al asumir su soberanía en franco rechazo al emperador.

Francisco Severo Maldonado escribió en 1823 un curioso folleto titulado “Dictamen imparcial sobre el modo de atajar prontament­e la combustión de la patria”, para explicar el peso específico y la importanci­a que había adquirido esta institució­n, la cual llegó a representa­r la máxima autoridad en sus territorio­s. Cierro esta publicació­n con sus palabras: “Ellas, en fin, por más pequeña que sea la fuerza que reúna cada cual en su departamen­to respectivo, son capaces todas juntas o por lo menos en su mayoría, de levantar una masa de fuerza bastante poderosa para humillar la protervia del poder injusto y prepondera­nte, escarmenta­rlo y reducirlo a su deber…”.

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