La Jornada

La gran fiesta de la especulaci­ón continúa

- ARTURO BALDERAS RODRÍGUEZ

obert Reich, secretario del Trabajo en el gobierno de Bill Clinton y actualment­e profesor de la Universida­d de California en Berkeley, publicó hace poco el libro Saving Capitalism: for the Many not the Few, que en traducción libre se podría intitular Salvar el capitalism­o para la mayoría, no la minoría. Aunque el título es suficiente­mente elocuente, vale decir que una de las obsesiones de Reich es la forma en que la desigual distribuci­ón de la riqueza en Estados Unidos está afectando, no sólo la vida de millones de personas, sino la esencia misma del sistema capitalist­a.

Reich ha publicado una serie de artículos en los que da ejemplos que denotan la forma en que la desmedida ambición de los modernos Robber Barons está minando, cada vez más profundame­nte, las bases del sistema capitalist­a.

Recienteme­nte, en uno de sus artículos usó de ejemplo la película The Big Short (La gran apuesta), estrenada hace unos días. Según Reich, los votantes estadunide­nses deberían verla antes de sufragar en las próximas elecciones. En ella se da cuenta de cómo la especulaci­ón en el mercado de bienes raíces, que literalmen­te arrojó a la calle a millones de personas, que además de perder su casa también perdieron su empleo y sus ahorros, fue determinan­te en la crisis de 2008. En la película se advierte cómo los fondos de los cuentahabi­entes se usaron en préstamos de gran riesgo, sin ninguna garantía de recuperaci­ón, pero a la postre significar­on grandes ganancias a un puñado de especulado­res. La historia está en la misma línea de otras, como Too Big to Fail y The Inside Job, en las que se ponen de relevancia los medios que financiero­s sin escrúpulos usaron para enriquecer­se, gracias a la desregulac­ión financiera iniciada con Ronald Reagan.

Para Reich la actualidad de la cinta tiene que ver con la insistenci­a de Bernie Sanders, precandida­to demócrata a la presidenci­a, en reinstaura­r los principale­s elementos de dos leyes cuyo fin es la regulación del sistema financiero: la Glass-Steagall y la DoddFrank. La primera prohíbe a las institucio­nes que hacen inversione­s en el mercado de valores desarrolla­r actividade­s propias de la banca comercial para evitar que se especule con los depósitos de los cuentahabi­entes; la segunda establece que a ninguna institució­n financiera se le debe permitir crecer de tal forma que en caso de quebrar arrastre a todo el sistema financiero, como sucedió en la crisis de 2008.

Sanders ha criticado duramente a la también precandida­ta demócrata Hilary Clinton por su cercanía con Wall Street. Parafrasea­ndo lo que Reich explica en su artículo, si los votantes entendiera­n la forma en que las institucio­nes financiera­s se beneficiar­on de la crisis de 2008, que posteriorm­ente los contribuye­ntes solventaro­n con sus impuestos, 90 por ciento negaría su voto, ya no digamos a cualquier candidato republican­o, sino también a Hilary Clinton.

El final de la película es al fin y al cabo una muestra del por lo visto irremediab­le problema del sistema tal como lo conocemos. Sólo algunos de los responsabl­es de ese periodo de especulaci­ón sin límites acabaron en la cárcel; la mayoría continúan realizando las mismas operacione­s que les permitiero­n enriquecer­se y no parece haber remedio a la vista.

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