La Jornada

Cascada de testimonio­s en Casa Xitla

Víctimas de la violencia del 19 de junio expresan sus reclamos

- BLANCHE PETRICH Enviada NOCHIXTLÁN, OAX.

Algunos en sillas de ruedas, muchos con muletas, otros más vestidos de luto, cerca de un centenar de oaxaqueños víctimas de la incursión policiaca en Nochixtlán, el pasado 16 de junio, fueron recibidos en Casa Xitla, un espacio de Servicios y Asesoría para la Paz (Serapaz), por los rumbos de Tlalpan.

Entre varias actividade­s de atención a la salud de las víctimas, el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Luis Raúl González Pérez, acudió a escucharlo­s.

En esa reunión nadie parecía dispuesto a tomar la palabra, hasta que un joven muy delgado, que no había hablado en ninguna de las reuniones anteriores, caminó hacia el frente. Con la capucha de la chamarra calada hasta las cejas, un tapabocas y la quijada apretada, Juan José Acevedo demandó: ‘‘Ayúdenos, lo necesitamo­s mucho. Mírenme, no puedo comer’’.

A Juan José le entró una bala por debajo de la oreja izquierda y le salió por el maxilar derecho destrozánd­ole la quijada. Después de una cirugía debe mantener la boca casi cerrada, fijada con ligas y alambres. Se alimenta de líquidos. Hace dos meses pesaba 70 kilos. Hoy pesa 59.

Se nutre de un producto proteínico que cuesta mil 200 pesos. Cada paquete le dura tres días. Según el diagnóstic­o médico, el joven recuperará sus funciones bucales y maxilares hasta dentro de cuatro meses. A sus 23 años, Juan José tiene dos hijos y trabajaba de obrero para mantenerlo­s. Ya no puede hacerlo.

La madrugada del 16 de junio él y su papá, Juan Acevedo García, un hombre de lucha estragado por la diabetes, habían llevado tamales y una olla de atole al bloqueo de los maestros en Nochixtlán. Iban a recoger la olla cuando se desató el ataque. Entonces el papá regresó a su casa por agua, trapos y vinagre, para que los profes pudieran protegerse de los gases. Juan José se adelantó hacia el retén.

La intervenci­ón del joven desató los reclamos. El ombudsman debió escuchar palabras muy duras. Ahora, mientras Juan José asiste a sus citas con el equipo de abogados, ya no sólo exige atención médica, sino demanda reparación del daño, justicia y castigo a los responsabl­es.

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