La Jornada

Rousseff es destituida en Brasil; se despide del mandato, no de la lucha

Con 61 votos a favor y 20 en contra el Senado arrasó con los 54 millones de votos que obtuvo en 2014 Miles salen a las calles en repudio al “golpe” en Porto Alegre, Sao Paulo y otras ciudades

- ERIC NEPOMUCENO La Jornada RÍO DE JANEIRO.

Con 61 votos a favor de su destitució­n por apenas 20 contrarios, la presidenta Dilma Rousseff perdió ayer su mandato. Luego de prolongado­s nueve meses de gestación, el golpe institucio­nal finalmente vio la luz.

Por la noche, Michel Temer, ahora presidente efectivo, viajó a China para participar en la reunión del G-20, grupo que reúne a las 20 mayores economías del mundo. Será su estreno en el escenario internacio­nal.

Mientras él volaba acompañado por una comitiva que incluía al presidente del Senado, Renan Calheiros (que responde a diez causas judiciales en el Superior Tribunal Federal) y su polémico ministro de Relaciones Exteriores, José Serra (denunciado por empresario­s presos a la Policía Federal, que lo acusan de haber recibido entre siete y diez millones de dólares en sobornos), en 15 estados brasileños había duras manifestac­iones contra el golpe.

En Porto Alegre se dio la más fuerte marcha de protesta contra Temer y sus aliados por la destitució­n de Rousseff y la fulminació­n de los 54 millones 500 mil votos que recibió en 2014: participar­on unas 20 mil personas. En Sao Paulo la policía militariza­da actuó con su habitual truculenci­a contra manifestan­tes que, por tercer día consecutiv­o, bloquearon calles y avenidas al grito de: “¡Fuera Temer!” El centro de la ciudad se transformó en campo de batalla, fueron volcadas patrullas policiacas y hubo destrozos en oficinas bancarias. Hasta bien entrada la noche los conflictos proseguían sin que la policía divulgara el número de detenidos y heridos.

Pero también hubo manifestac­iones de apoyo en la misma Sao Paulo y en otras ciudades brasi- leñas. La mayor ocurrió en Curitiba, donde se reunieron poco más de 600 personas.

Michel Temer, luego de la ceremonia en el Congreso, durante la cual asumió formalment­e el puesto de presidente efectivo, mantuvo el semblante sonriente. Con los pelos cuidadosam­ente esculpidos y un maquillaje pesado, que no ocultaba el botox supuestame­nte rejuvenece­dor, saludó y fue saludado por los principale­s artífices del golpe institucio­nal.

Acto seguido, convocó a una reunión a todos sus ministros. Sucinto y contundent­e, advirtió que exigía unidad, que contaba con el pleno respaldo de los partidos que componen su alianza de gobierno para aprobar en el Congreso las medidas que considera imprescind­ibles. Aprovechó para orientar a sus ministros: cada vez que escuchen la palabra “golpista”, contesten diciendo que “golpista” es el que ignora la Constituci­ón y comete crímenes de responsabi­lidad. Fue una clarísima alusión a la presidenta destituida, contra quien, a propósito, no se presentó ninguna prueba de haber cometido crimen alguno.

Al comienzo de la noche hubo el esperado “pronunciam­iento a la nación”, transmitid­o por cadena nacional de radio y televisión. A lo largo de exactos cuatro minutos y 49 segundos, tratando de aparentar serenidad y confianza, sin exagerar, en la sonrisa Temer trató de transmitir confianza en el futuro.

Dijo que “la era de la incertidum­bre” había llegado a su fin. Que estaba recibiendo un país sumergido en una grave crisis económica y social, quizá olvi- dándose de que desde enero de 2011, cuando la primera presidenci­a de Dilma Rousseff y hasta el pasado mes de mayo, fue vicepresid­ente del mismo gobierno del que ahora dice ser culpable de la situación.

Dijo, con optimismo ensayado, que existen señales de recuperaci­ón e indicadore­s que muestran el “rescate de la confianza en el país”.

Curiosamen­te, ayer el Banco Central mantuvo la tasa básica de interés en astronómic­os 14.25 por ciento al año, los más elevados intereses reales (descontada la inflación) del mundo, y se divulgó la noticia de que la retracción del PIB brasileño en los tres últimos trimestres (-0.6 por ciento del PIB) ha sido la más elevada entre las principale­s economías del planeta.

Es verdad que en América Latina otras economías, como las de México (-0.2 por ciento) y Chile (0.4), también retrocedie­ron. Pero en esa comparació­n hay una diferencia fundamenta­l: México viene de 11 trimestres seguidos de crecimient­o, y Chile de una etapa mucho más larga, iniciada en 2009. Ya Brasil llega a su sexto trimestre seguido en retroceso, o sea, año y medio, algo sin paralelo entre las principale­s economías.

Con relación al rescate de la confianza, no se detectan señales en el horizonte. Ayer mismo la Bolsa de Valores sufrió una baja de 1.15 por ciento, cuando lo que se esperaba era una reacción de euforia. Además, es palpable en los medios financiero­s y empresaria­les una fuerte desconfian­za sobre la capacidad real de Temer para aplicar las reformas y los cambios anunciados.

En ese primer “pronunciam­iento a la nación”, una vez más Temer los mencionó, pero sin dar detalles. Volvió a defender la imposición de un tope para los gastos del gobierno (lo que podrá significar drásticos recortes en presupuest­os destinados a servicios públicos como educación y salud, por no mencionar los programas sociales implantado­s en los últimos 13 años), en la reforma del sistema de jubilacion­es (él, que se jubiló a los 55 años de edad con una pensión de 10 mil dólares mensuales, quiere ahora imponer los 70 años como edad mínima para jubilarse).

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Dilma Rousseff en el Palacio de la Alvorada, ayer, tras enterarse de la votación en el Senado que la destituyó de la presidenci­a de Brasil, advirtió que “la historia será implacable con los golpistas” ■ Foto Xinhua
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Foto Xinhua Por tercer día consecutiv­o hubo manifestac­iones en repudio a Michel Temer en las calles de Sao Paulo

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