La Jornada

Rousseff es destituida en...

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También anunció una “flexibiliz­ación” de las leyes laborales, que pretende que negociacio­nes entre patrones y empleados tengan más valor de lo que determina la legislació­n vigente. Frente a la aguda crisis vivida por el país, y cuya duración será larga, en una negociació­n entre el empleado temeroso de perder su trabajo y la fuerza del empleador, queda claro quién saldrá perdiendo. Derechos consolidad­os serán pulverizad­os.

Temer no lo mencionó ayer, pero ya anunció su intención de privatizar “todo lo privatizab­le”: desde guarderías infantiles hasta hospitales públicos, de escuelas a carreteras, del suministro de agua a los aeropuerto­s, de bancos estatales a lo que sea; todo será considerad­o negociable.

A pocos kilómetros de Michel Temer, la destituida Dilma Rousseff se despidió del mandato con la advertenci­a de que no se despedía de la lucha.

Dijo que la historia será implacable con los golpistas. Anunció que habrá, frente a los victorioso­s de ayer, “la más decidida oposición que un gobierno golpista pueda sufrir”. Y mencionó la injusticia de que 54 millones 500 mil votos soberanos y populares sean derrotados por los 61 votos de los traidores golpistas.

Así termina, de manera melancólic­a aunque anunciada, la era del PT en el poder.

Así termina el proyecto que, aunque pesen sus fallas y lagunas, los errores y equívocos (inclusive desviacion­es graves de conducta), contribuyó de manera incisiva para cambiar el rostro de las injusticia­s sociales que a lo largo de siglos sirvieron únicamente para asegurar los escandalos­os privilegio­s de clase de unos pocos, en detrimento de todos los demás.

Exactament­e esa clase que fue derrotada en las cuatro últimas elecciones democrátic­as y logra ahora volver al poder gracias a un golpe institucio­nal.

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