La Jornada

Ángel Luna indaga en la necesidad de cerrar círculos ante la pérdida de los seres queridos

- ARTURO CRUZ BÁRCENAS

Nostalgia de las pequeñas cosas trata varios temas relacionad­os con todas las personas: las pérdidas y el luto, la necesidad de saber dejar ir, de sanar, no de olvidar, sino de tener de otra manera presente a un ser que se fue, quizás un amor, un amigo, un familiar, un animal querido, expresó en entrevista Ángel Luna, director y actor de esta propuesta escénica que será estrenada mañana, en el Foro A Poco No.

La temporada será los sábados y domingos, del 3 septiembre al 2 de octubre. La pieza, que narra tres historias, fue selecciona­da para el Circuito Internacio­nal de la Joven Dramaturgi­a. Tiene una estructura similar a una especie de realismo mágico y habla sobre la pérdida del amor.

Un muelle puede ser el lugar ideal para hablar de objetos perdidos, en el que se observa detenidame­nte el vaivén del mar que se asemeja a los recuerdos; es un lugar donde el olvido y la pérdida se vuelven arte; en ese movimiento, la melancolía inunda la mente con pasajes dolorosos, pero al final, en el puerto del abandono, puede que se encuentre alguna pista o solución para una nueva transforma­ción.

La puesta es producida por Sandra Narváez y habla de varios personajes: Mario, quien recibe una carta de su ex obligándol­o a ir al Caribe; en el camino pierde la memoria; la mujer sin nombre que busca perderse para ser encontrada; Globo espera a su padre todos los días hasta que decide ir a buscarlo, y Glänzend, quien los lleva al lugar de las cosas perdidas, en el cual cada uno encon- trará lo que extravió para descubrir la historia que los une.

El director precisó que el montaje entrelaza tres historias de manera audaz con un final sorpresivo y emotivo. Está planteado en tres planos distintos: el primero sobre el mundo de lo real, lo cotidiano; el segundo es el desdoblami­ento, en el que cada personaje, a manera de coro, se divide en cuatro voces para dialogar entre ellos o con el público de su conflicto interno, al divagar para encontrar respuestas, y, por último, el mundo mágico, en el cual una extraña barca transporta­rá de manera onírica a una isla.

La escenograf­ía se basa en un dispositiv­o escénico de cuatro bancas inspiradas en la idea de un muelle, que permiten, a manera de legos, la creación de distintos espacios y convencion­es para lograr que el trabajo recaiga sobre el actor y su voz.

Luna afirmó: “A final de cuentas trata sobre la esperanza y la necesidad de cerrar ciclos que se dejan abiertos mucho tiempo, con esas personas que conocimos en la vida.

“Yo soy el autor de la obra y en particular me interesaba el tema de la pérdida del amor. Uno siente que el mundo se detiene, pero no, sigue. La hice a partir de mis propias pérdidas, para buscar algunas respuestas sobre por qué nos duele tanto, y qué pasaría si realmente existiera un lugar de las cosas perdidas. Si encontrára­mos esas cosas haríamos igual o peor. ¿Cerrar un ciclo nos ayudaría a ser mejores? Uno no es el mismo a los 20 o 30 años. Uno se va desprendie­ndo de sí mismo. A partir de las teorías sobre la energía y la materia se plantea si las relaciones tienen materia y no se pierde.”

Surgen los mitos

Agregó: “Hay quienes sufren una pérdida y nunca ven el cuerpo y la situación se vuelve compleja. No se cierra el ciclo. Es el caso de Juan Gabriel, quien murió y la gente esperaba ver el cuerpo para comprobar su muerte y darle el adiós. Es un poco como pasó en el caso de Pedro Infante, de quien no se vio el cuerpo porque se quemó en el avionazo; por eso surgen los mitos”.

Parte esencial de la obra es la música original de Ángel Luna. Es interpreta­da en vivo por los actores con un ukulele, además de unas cajas que utilizan para simular el sonido del mar.

Respecto del origen de la obra, el director comentó que el proyecto comenzó en 2013, después de una reunión con un amigo; descubrió que quería hablar de cómo la vida se detiene cuando se pierde a un amor. “Desde entonces a la fecha la obra se ha escrito y rescrito muchas veces, siendo esta la versión que más nos gustó. A finales del año pasado me planteé montarla y coincidí con mi amiga Sandra, que tenía ganas de regresar a producir. Reunimos un equipo creativo y recibimos el apoyo de amigos”.

El elenco lo conforman Andrés Torres Orozco, Xóchitl Galindres, Florencia Ríos y Aldo Barhego.

La nostalgia de la pequeñas cosas: los boletos se adquieren en la taquilla del foro y tienen un costo de 150 pesos, entrada general; 50 por ciento de descuento limitado a estudiante­s de nivel básico, maestros, personas con discapacid­ad, trabajador­es de gobierno e Inapam con credencial vigente. Funciones, sábados y domingos, a las 13 horas, en el Foro A Poco No, localizado en República de Cuba 49, colonia Centro Histórico, cerca del Metro Allende.

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Escena de Nostalgia de las pequeñas cosas, que se estrenará mañana en el Foto A Poco No

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