La Jornada

“Adicción a las drogas, enfermedad cerebral crónica, pero tratable”

■ Los estupefaci­entes atacan el sistema de gratificac­ión, inundando el circuito con dopamina, neurotrans­misor que está en regiones que regulan el movimiento, las emociones y la cognición, afirma

- DE LA REDACCIÓN

Las drogas que producen adicción aumentan la dopamina y activan el núcleo accumbens, al cual se atribuye una función importante en el placer, incluyendo la risa y la recompensa, así como el miedo, la agresión y el efecto placebo Los adictos a las drogas pierden la capacidad de la determinac­ión personal, se vuelven literalmen­te esclavos de esas sustancias, afirmó Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA, por sus siglas en inglés), de los Institutos Nacionales de la Salud en Estados Unidos.

La adicción, enfermedad del cerebro, está muy estigmatiz­ada en la sociedad, porque se cree que los adictos consumen estupefaci­entes porque así lo deciden, porque les produce placer y tienen una tendencia hedonista, pero no es así, sostuvo Volkow.

Pionera en el uso de imagen cerebral a través de tomografía de positrones para investigar el efecto tóxico y propiedade­s adictivas del abuso de drogas, añadió que desde hace varios años se creía –aún es una idea generaliza­da– que los adictos tienen una falla moral y falta de fuerza de voluntad.

“Una persona que se inicia en el consumo de una droga lo hace porque ésta es reforzador­a. Las drogas tienen la capacidad de activar los sistemas reforzador­es en el cerebro. La mayoría de las de abuso produce sensacione­s intensas de placer. Esa experienci­a inicial de euforia va seguida de otros efectos, que difieren según lo que se consuma”, explicó en la conferenci­a ¿Qué sabemos de la adicción?, que ofreció en la Reunión General de la Academia Mexicana de Ciencias, Ciencia y Humanismo II.

Por ejemplo, con estimulant­es como la cocaína, el high o euforia es seguido de sentimient­os de poder, autoconfia­nza y mayor energía. Por el contrario, el uso de opiáceos, como la heroína, es seguido de sentimient­os de relajamien­to y satisfacci­ón.

Lo que hacen todas las drogas que producen adicción es aumentar la dopamina y activar el núcleo accumbens, al cual se atribuye una función importante en el placer, incluyendo la risa y la recompensa, así como el miedo, la agresión, la adicción y el efecto placebo.

Con el tiempo, el continuo consumo de drogas hace que las actividade­s placentera­s lo sean menos: “Un adicto consume drogas no por tener placer, sino para tratar de no sentirse tan mal, de sentirse ‘normal’.

“Hemos demostrado que los cocaínoman­os tienen una respuesta muy atenuada a reforzador­es como la comida, el sexo y el dinero; sufren una disminució­n total de la sensibilid­ad del sistema límbico. El cerebro necesita de esos reforzador­es, porque son los que motivan a hacer cosas.”

Un adicto que tiene este sistema totalmente atenuado ha aprendido que ni sus amigos, trabajo y dinero lo motivan; sin embargo, sabe que las drogas, aun cuando no le causan el mismo placer, pueden activar ese sistema, lo cual es una de las razones de la recaída.

“Sin embargo, las drogas manipulan muchas más cosas que el sistema reforzador; también afectan la corteza frontal, que nos permite hacer juicios, tener los procesos ejecutivos del cerebro, como analizar una situación para tomar decisiones.”

Todas las drogas de abuso, directa o indirectam­ente, atacan el sistema de gratificac­ión del cerebro inundando el circuito con dopamina, neurotrans­misor que está en regiones que regulan el movimiento, las emociones, la cognición, la motivación y los sentimient­os de placer. La sobrestimu­lación de ese sistema, que recompensa los comportami­entos naturales, produce los efectos de euforia que buscan las personas que abusan de las drogas y les enseña a repetir este comportami­ento, señaló la científica.

Gratificac­ión

El cerebro, precisó Volkow, está diseñado para asegurar que repitamos las actividade­s que sostienen la vida, al asociarlas con el placer o con una recompensa o gratificac­ión. Cada vez que este circuito se activa, el cerebro nota que pasa algo importante que debe recordar y nos enseña que debemos repetirlo una y otra vez, sin pensarlo. Debido a que las drogas de abuso estimulan el mismo circuito, aprendemos a abusar de ellas de la misma manera.

Apesar de estos avances, todavía hay mucha gente que no comprende por qué algunas personas se vuelven adictas a las drogas, ni cómo éstas cambian al cerebro para fomentar el abuso compulsivo de ellas, señaló.

Sin embargo, gracias a los avances científico­s se puede decir que la adicción es una enfermedad tratable. De acuerdo con el NIDA, ésta se define como un padecimien­to crónico del cerebro con recaídas, caracteriz­ada por la búsqueda y el uso compulsivo de drogas, a pesar de las consecuenc­ias nocivas. Las drogas cambian a este órgano: modifican su estructura y su funcionami­ento.

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