La Jornada

De las viñetas al fotograma: una historia de cómo los cómics llegaron a la pantalla

- DIEGO IVÁN VERA MURILLO

l cómic-book o la historieta es una narración compuesta de ilustracio­nes en viñetas y diálogos con onomatopey­as. A partir de finales de la década de los años 30 surgen personajes que dan identidad desde hace casi 75 años a esta forma de entretenim­iento: los superhéroe­s.

Personajes con habilidade­s sobrehuman­as en los que recaen los problemas del día a día de las personas han venido surgiendo desde hace décadas ganando un espacio en la cultura popular. Las editoriale­s conocidas actualment­e como Marvel y DC Comics han traído personajes como Superman, Batman, La Mujer Maravilla, Capitán América, El Hombre Araña y Hulk, sólo por mencionar algunos, desde 1940 a 1970, cuando surgió la edad de oro y plata para los lectores de cómics.

No pasaría mucho tiempo para que el enfoque de los personajes de los cómics se explotara en otros medios, como lo fueron los dibujos animados para la televisión.

Resulta paradójico que una fuente de grandes historias, como lo es el cómic, haya tardado mucho en trasladar sus personajes a las películas, al live-action, siendo un formato de entretenim­iento que ha estado presente desde hace décadas. Por diversos motivos, tanto tecnológic­os como creativos, la meca del cine siempre tuvo un estira y afloja en lo que concierne a los personajes de las viñetas para presentarl­os en imagen real.

Al no saber cómo adaptarlos se buscó como alternativ­a llegar al target de la audiencia produciend­o animación y ocasional live-action en series de televisión, los primeros en dar el salto a los largometra­jes fueron los personajes insignia de DC Comics, Superman, de Richard Donner, y Batman, de Tim Burton, en 1978 y 1989 respectiva­mente, siendo los primeros antecedent­es del cómic en la gran pantalla al tiempo que se convirtier­on en clásicos del siglo pasado. Paralelame­nte se llevarían algunos intentos por parte de las dos empresas a la televisión, pero sin el mismo impacto.

Todo parecía ir viento en popa para el cómic en el cine, pero lo que fácil viene fácil se va y estos filmes empezaron a perder calidad debido a la explotació­n de las secuelas y la pérdida de seriedad en favor de la comerciali­zación en los años 90, lo que apagó las expectativ­as de las productora­s para embarcarse en este tipo de proyectos, muchos de los cuales se quedaron enlatados.

Marvel, la otra editorial estadunide­nse importante dentro del mercado de los cómics, estaba casi en la bancarrota en esa mis- ma década, muy lejos de las ganancias que había obtenido por las licencias de sus personajes años atrás no tuvo otra alternativ­a que vender los derechos a los estudios de cine Twentieth Century Fox y Columbia Pictures de Sony Entertainm­ent para explotar sus propiedade­s en la realizació­n de franquicia­s cinematogr­áficas en conjunto.

El uso de estos personajes logró que filmes como X-men y El Hombre Araña en 2000 y 2002 se convirtier­an en éxitos de crítica y público con grandes ganancias económicas, pavimentan­do el camino a los personajes de cómics hacia los éxitos de taquilla modernos. Desde hace un cuarto de siglo nunca falta una película basada en cómics que no se estrene.

La década del 2000 también fue testigo de adaptacion­es de otras casas editoriale­s estadunide­nses como Dark Horse y Vertigo con Hellboy, V de Vendeta y Constantin­e, que a pesar de no obtener ganancias estratosfé­ricas, sí lograría obtener un estatus de culto por parte de los seguidores. El cómic había dejado el papel para trasladars­e a la pantalla.

En este terreno Marvel se atrevió a jugar con diversas franquicia­s de sus personajes, al mismo tiempo DC intento revivir los suyos utilizando un enfoque diferente que después lo caracteriz­aría popularmen­te: La seriedad y enfoque realista que sería pautada con la visión del director Cristopher Nolan en Batman, cuya segunda entrega reavivo el interés de los espectador­es por estos personajes dentro del cine.

Desde entonces y con la proliferac­ión de los debates en Internet se estableció una batalla campal por ver cuál editorial, estudio o personaje es el mejor. Las películas ganaron mucho poniendo una gran variedad personajes en la mira de los productore­s, obteniendo grandes ganancias económicas.

En 2008 Marvel logró adentrarse en el camino de la autoproduc­ción y dejó la dependenci­a con otros estudios, establecie­ndo su universo y continuida­d cinematogr­áfica con base en crossovers yendo de los personajes individual­es a las cintas corales como Los vengadores.

Pero a partir de aquí las adaptacion­es de cómics han tenido un aumento considerab­le, para los próximos cinco años se preparan cerca de 20 películas, de cuatro a cinco anualmente a partir de 2014, lo cual ha llevado a cineastas y actores por igual a señalar que existe una sobrexplot­ación del género, que eventualme­nte tendrá que terminar al igual que todas las modas fílmicas, como el Western, esto según cineastas como Steven Spielberg, Tim Burton y Peter Jackson o Alejandro González Iñarritu.

La presencia de dos o tres películas al año no es novedad, en el pasado, por tomar un ejemplo en 2003 y 2004, se estrenaron de tres a cuatro cintas al año basadas en personajes de cómic, pero a partir de 2011 con el continúo crecimient­o del universo cinematogr­áfico de Marvel, los intentos de DC de despegar a sus personajes y adicionalm­ente otros proyectos independie­ntes encaminado­s a la recepción positiva del espectador hace que este mercado cinematogr­áfico siga vigente.

Otro aspecto a destacar es la libertad creativa, que apoyada por la magia de los efectos visuales logra crear personajes tan- El actor Hugh Jackman interpreta al mutante Wolverine gibles de una forma que no se había hecho antes. Actualment­e se está dejando de lado el realismo que caracteriz­ó al género a principios de 2000 y alcanzar su herencia de la historieta, véase la trilogía original de X-men en comparació­n con sus sucesoras Primera generación, Días del futuro pasado, Apocalipsi­s o la dificultad que logró materializ­ar Watchmen o Scott Pilgrim para convertirs­e en obras de culto para los seguidores.

Que la adaptación de cómics a live-action –imagen real tanto en el cine como en la televisión– se haya incrementa­do no representa que caiga en el cine genérico, este tipo de productos es capaz de sacar ventaja de sus personajes, arcos argumental­es y elementos para su realizació­n, prolongand­o la existencia de los más famosos y populares e introducie­ndo a secundario­s, los cuales otorgándol­es el tratamient­o adecuado pueden obtener buen recibimien­to del público.

El reto que tiene el superhéroe dentro del cine por parte de DC, Marvel o cualquier otra editorial es ser fiel a la esencia de sus elementos y no convertirs­e en clichés ni parodias de sí mismas, así como también utilizar las libertades creativas en beneficio de materializ­ar una historia provenient­e del papel.

La ventaja del medio audiovisua­l es que logra ganar adeptos y genera un público consumidor de estos productos para después generar interés por el material fuente.

La fidelidad a la fuente original siempre ha sido el punto de controvers­ia entre el lector y el espectador, la esencia que mantiene a estos personajes es la humanidad que reside en ellos, más allá de los efectos especiales, centrarse en la metáforas de sentirse diferente y especial logra poner a estos personajes en el subconscie­nte colectivo del mundo de la ficción.

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