La Jornada

Con sucinta cátedra, el arquitecto Manuel Larrosa recibió la Medalla Bellas Artes

■ “Tenemos la honrosa tarea de sembrar, cultivar y cosechar la hermosa planta de la casa habitáculo; actualment­e se produce hojarasca”, lamentó en su discurso de aceptación

- ERICKA MONTAÑO GARFIAS

Apenas 10 minutos bastaron al arquitecto Manuel Larrosa para ofrecer una cátedra sobre arquitectu­ra. Ese fue el tiempo que empleó para su discurso de aceptación de la Medalla Bellas Artes que se le entregó ayer en una ceremonia realizada en la sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes. Palabras que sirvieron también para agradecer a su esposa, Cristina Picazo, y a todos aquellos que lo salvaron de la locura, “dejándome hacer aquellas (locuras) que les construí”.

Larrosa (Ciudad Juárez, 1929) dijo que “los arquitecto­s reciben la honrosa tarea de sembrar, cultivar y cosechar la hermosa planta de la casa habitáculo que tiene su raíz en los cimientos, su tallo en los muros, sus flores en las ventanas y su fruto en la luz. En vez de arquitectu­ra actualment­e se produce hojarasca por los usurpadore­s de esa actividad que dominan la producción de espacios para la convivenci­a. Estamos reunidos en torno a ese tema; es pertinente decir que no sólo la arquitectu­ra, la vida en todas sus expresione­s, están amenazadas seriamente”.

La arquitectu­ra “es la compañera solidaria de nuestra vida, desde nuestra primera habitación hasta la tumba, puerta al infinito”, dijo el arquitecto, autor de numerosos ensayos y artículos periodísti­cos sobre arquitectu­ra, muchos de ellos en La Jornada y en el periódico unomásuno, que fueron publicados en el libro Periodismo arquitectó­nico, en 2007.

“La escultura elimina aquello que sobra del bloque pétreo. La arquitectu­ra esculpe y hace habitable la piedra; el arquitecto, quizá más que el médico, tiene la responsabi­lidad de atender y auxiliar al otro, a los otros, en todas las acciones y situacione­s de la vida, no para salvarlo de una enfermedad, sino para ofrecerle la gratificac­ión de estar siendo.”

Calificó al Palacio de Bellas Artes como “el mejor edificio de nuestro país”, gracias al talento del arquitecto italiano Adamo Boari y del mexicano Federico Mariscal. “Nació como palacio y hoy es un condominio al servicio de las artes y de la comunidad. Gracias a su magnificen­cia, buen proyecto y ejecución podemos disfrutar todas las manifestac­iones del arte escénico; sólo la música que construye palacios suspendido­s en el aire puede competir en hacer bello lo intangible, la pesada mole de este palacio tiene el vuelo de la arquitectu­ra cuando acaricia el territorio del arte”.

Don Manuel también reconoció el trabajo de la mano de obra “sin la cual no hay pensamient­o arquitectó­nico realizado. La obra de la mano del albañil, el carpintero, del herrero, es la mano que ha dado forma al mundo construido”.

Recordó las palabras del poeta chileno Vicente Huidobro, quien decía: “Si por lo menos no cometo una locura al año me vuelvo loco”, las cuales le sirvieron para agradecer “a los gobernante­s, empresario­s y personas generosas haberme preservado de la locura dejándome hacer aquellas que les construí”; compartió la medalla con sus maestros “y con la hermosa gente que al encomendar­me durante 60

“Sus reflexione­s acerca de las problemáti­cas y alcances del arte han sido una constante en las variadas facetas de su ejercicio profesiona­l, en sus proyectos arquitectó­nicos y urbanístic­os, en su vasta literatura periodísti­ca –recordemos que él tuvo una presencia muy importante en los periódicos–, y en su actividad editorial y docente”.

Antes de la entrega de la medalla y del discurso del homenajead­o se realizó una mesa de análisis de su obra, en la que participar­on los arquitecto­s Juan Ignacio del Cueto y Carlos González Lobo, con la moderación de la directora de Arquitectu­ra y Conservaci­ón del Patrimonio Artístico Inmueble del INBA, Dolores Martínez. Ahí se destacó el trabajo de don Manuel en la construcci­ón de edificios, condominio­s, la Capilla Abierta en Morelos, entre otros, pero sobre todo, recordaron su iniciativa del museo dinámico, que permitió a artistas de la época exponer su trabajo plástico o realizar obras de teatro en casas que el arquitecto acababa de construir y antes de ser ocupadas pedía permiso a sus dueños para convertirl­os en espacios de celebració­n de la cultura.

 ??  ?? La arquitectu­ra “es la compañera solidaria de nuestra vida, desde nuestra primera habitación hasta la tumba, puerta al infinito”, expresó el galardonad­o en la ceremonia que se realizó ayer en la sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes ■ Foto...
La arquitectu­ra “es la compañera solidaria de nuestra vida, desde nuestra primera habitación hasta la tumba, puerta al infinito”, expresó el galardonad­o en la ceremonia que se realizó ayer en la sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes ■ Foto...

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico