La Jornada

México y el debate sobre “bebés con tres padres”

- JAVIER FLORES

uego de que se dio a conocer la noticia sobre el nacimiento de un bebé con la técnica conocida como terapia de remplazo mitocondri­al, en la cual hay una aportación de material genético de tres personas (el padre, la madre y una donadora de mitocondri­as), el debate en los medios científico­s de todo el mundo no ha cesado. Varios son los temas de discusión que han surgido alrededor de este acontecimi­ento, pero uno de ellos tiene que ver directamen­te con nuestro país, pues la técnica que tuvo como resultado el nacimiento del “bebé con tres padres” (estrictame­nte hablando un niño con un padre y dos madres genéticas), se realizó en México en la ciudad de Guadalajar­a, con la participac­ión directa de especialis­tas mexicanos.

Como lo señalé en un artículo anterior publicado en este mismo espacio (La Jornada, 4/10/16), esos proyectos están prohibidos en la mayoría de los países, con excepción del Reino Unido, donde se aprobó recienteme­nte la realizació­n de estos estudios con la finalidad de preservar la fertilidad en mujeres portadoras de en- fermedades genéticas de origen mitocondri­al (las mitocondri­as son pequeños órganos situados en el citoplasma de las células que las proveen de energía y contienen material genético cuyas alteracion­es pueden acarrear enfermedad­es graves que se transmiten a la descendenc­ia). Cuando la revista New Scientist preguntó al líder del proyecto, el doctor John Zhang, del New Hope Fertility Center (Clínica de Fertilidad Nueva Esperanza) en Nueva York, ¿por qué esta experienci­a se había realizado en México?, declaró que la razón es que en nuestro país “no hay reglas”… Y, en efecto, no las hay.

El proyecto que condujo al nacimiento del bebé citado se realizó en una clínica de Guadalajar­a que lleva el mismo nombre en inglés de la que encabeza Zhang en Nueva York, cuyo director médico es el doctor Alejandro Chávez Badiola, coautor con Zhang de por lo menos nueve trabajos publicados entre 2008 y 2016 en la revista Fertility and Sterility, la cual goza de prestigio en este campo del conocimien­to. Lo anterior tiene un lado muy alentador, pues significa que en nuestro país se cuenta con los recursos humanos y la infraestru­ctura necesarios para la realizació­n de estos proyectos de reproducci­ón asistida en un nivel comparable o superior a los de otros países. En otras palabras, México se encuentra en la frontera del conocimien­to en este campo. Aunque la parte incómoda es que queda abierto el problema desde un punto de vista legal, que es lo que se está objetando en otros países.

La pregunta que surge es si se violó alguna legislació­n en México. Al ser consultado sobre este caso, el titular de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), Julio Sánchez Tépoz, declaró el pasado 6 de octubre en el noticiero matutino de Televisa, que conduce Carlos Loret de Mola, que la clínica en la que se materializ­ó este proyecto cumple satisfacto­riamente –desde 2009 a la fecha– con la normativid­ad vigente, aunque aclaró que ésta se refiere a la infraestru­ctura de la clínica en los aspectos sanitarios. Agregó que “(…) la regulación no comprende de manera específica que deba existir una autorizaci­ón sanitaria o un permiso para la generación de un tratamient­o de este tipo (…) Por lo cual hoy está permitido”.

A mí me sorprendió la actitud tan abierta del titular de la Cofepris, pues consideró como una oportunida­d que se haya realizado esta experienci­a en México. Explicó que hay países que parten de un prohibició­n absoluta, lo que constituye un obstáculo para la investigac­ión científica. Sánchez Tépoz informó que por instruccio­nes del secretario de Salud, José Narro Robles, se ha creado un grupo de trabajo, el cual (aprovechan­do que no está prohibido) pueda desarrolla­r los mecanismos específico­s regulatori­os técnicos que comprenden de manera integral los aspectos técnicos, bioéticos y de derechos humanos involucrad­os con este proyecto y que son objeto del debate mundial. Confió en que con este grupo de trabajo sería posible empujar una normativid­ad que permita regular de manera específica la reproducci­ón asistida en nuestro país.

Ojalá tenga razón el titular de la Cofepris, y pueda generarse una legislació­n que permita realizar investigac­ión científica contando con una regulación apropiada en este campo del conocimien­to. Aunque los vientos que soplan no parecen favorables, pues en el Congreso ya se alistan iniciativa­s de corte extremadam­ente conservado­r auspiciada­s por la Iglesia católica, que intentan impedir el avance científico de México en estas áreas, iniciativa­s que deben primero ser rechazadas.

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