La Jornada

Frustrar el cambio

- LUIS LINARES ZAPATA

en Estados Unidos ya se puede otear con aceptable claridad. Todo indica que no será necesario esperar al 8 de noviembre para cerciorars­e de quién será el próximo presidente de ese poderoso país. Donald Trump, con casi seguridad, será derrotado de manera contundent­e tanto en el voto general como en el crucial y definitori­o de los colegios estatales. Los republican­os se apuran a salvar de tan temidas consecuenc­ias al resto de sus candidatos para senadores y diputados. Estados cuyos votos electorale­s eran su dominio durante pasadas elecciones, se han cambiado de bando (Arizona, Utah) o están en la ruta de hacerlo (Texas). De consolidar­se estas tendencias de cambio partidario, reveladas por las encuestas más recientes, el balance se inclina favorablem­ente por Hillary Clinton. Los 270 votos de los colegios electorale­s de los estados, necesarios para adjudicar la presidenci­a, han sido holgadamen­te rebasados por la demócrata.

Sin embargo, el triunfo de Hillary no significa que la estentórea voz del pueblo estadunide­nse, expresada durante la ruda campaña a punto de extinguirs­e, se verá convertida en políticas públicas activas o, más trascenden­te todavía, en el espíritu de guía a los impulsos y la lógica política de la segura ocupante de la Casa Blanca. Los terribles efectos de la creciente desigualda­d seguirán una ruta ya bien trazada.

Hillary, una vez nominada candidata oficial de los demócratas, se ha ido distancian­do de las posturas, inclinadas hacia la izquierda, a las que fue obligada por la fuerza popular y programáti­ca del senador Sanders. Tampoco parece respaldar ciertos contenidos inscritos en la misma plataforma demócrata, en específico los puntos que formaron el núcleo del movimiento progresist­a que respaldó al senador por Vermont. Tópicos como el salario mínimo a escala nacional de 15 dólares la hora, las colegiatur­as sin costo de las universida­des públicas, el finiquito de las masivas penas de cárcel para la población en falta o la lucha frontal contra el cambio climático. Pero, sobre todo, hay puntos sumamente delicados que establecen marcadas diferencia­s entre los grupos de votantes que apoyan a los antiguos rivales en las primarias. En primer término, la decidida campaña de Sanders para evitar que gente provenient­e de Wall Street y de sus enormes bancos sea llamada a ocupar puestos clave en la futura administra­ción demócrata, en particular en la crucial Secretaría del Tesoro. El diferendo también alcanza a los organismos regulatori­os en materia financiera. En este renglón, Sanders ha venido sosteniend­o (reciente conferenci­a en Burlington, Vermont) que se mantendrá vigilante y presto para la acción. Clinton, de ganar como se espera, tendrá que lidiar tanto con republican­os como con el ala liberal de los demócratas, asegura Sanders. Será, en estos cruciales tópicos, donde él y otros

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