La Jornada

Abraham Nuncio documenta la lógica de la conquista española hacia el norte del país

A esa capital se le hizo envejecer y ahora se le mira como una abuela, expresa en entrevista

- ERICK MUÑIZ MONTERREY, NL.

Un paseo por la historia de la fundación de Monterrey y la perspectiv­a que tuvo Alfonso Reyes de la Sultana del Norte se recordó hace unos días en la Feria Internacio­nal del Libro de Monterrey.

Abraham Nuncio Limón, catedrátic­o de la Universida­d Autónoma de Nuevo León (UANL), es autor del texto que hoy se redita y que en 1996 obtuvo el Premio Nacional Municipio de MonterreyI­mpac, celebrado con motivo de los 400 años de la ciudad.

En la sede de esa casa de estudios, Nuncio Limón charló con los asistentes sobre la evolución del poblado que comenzó su historia junto a los Ojos de Agua de Santa Lucía y hoy es una metrópoli de más de 4 millones de habitantes, la más poblada del norte de México.

Publicado por el Fondo de Cultura Económica, hace dos décadas, ahora se redita ese trabajo en la colección Nuestros Clásicos, de la UANL.

‘‘Este libro habla de la lógica de la conquista española (los metales preciosos) hacia el norte, de las primeras exploracio­nes en estas tierras, de la fundación de los Ojos de Agua de Santa Lucía por Alberto del Canto y de la fundación del Nuevo Reyno de León en 1582”, señala Nuncio en entrevista.

El autor, egresado de la Facultad de Derecho de la Universida­d Autónoma de Coahuila, con posgrados en la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM) y la UANL en literatura y filosofía, respectiva­mente, describe el detonante que lo llevó a crear este libro.

‘‘Visión de Monterrey nace porque me dije, ¿por qué Alfonso Reyes no escribió una visión de Monterrey y sí una Visión de Anáhuac? Con esta idea en mente redacté este ensayo.”

Primer paso a la industrial­ización

Nuncio recordó que Luis Carvajal y de la Cueva, el primer gobernador de Nuevo León, llamó al poblado villa de San Luis Rey de Francia. ‘‘La persecució­n de Carvajal y de la Cueva y las inclemenci­as del tiempo despoblaro­n prácticame­nte ese intento de primer centro urbano.

‘‘Éste fue refundado años más tarde, en 1596, por Diego de Montemayor con el aparatoso nombre de Ciudad Metropolit­ana de Nuestra Señora de Monterrey”, rememoró Nuncio Limón.

La guerra de Estados Unidos contra México y la guerra civil en el país del norte proporcion­aron a éste el primer paso hacia la industrial­ización, opina el catedrátic­o de la UANL y la UNAM.

‘‘La ciudad se haría visible para los capitales de Europa y de América del Norte. Una inmigració­n de élite vendría a invertir en las nuevas empresas y fábricas, como la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey o la Cervecería Cuauhtémoc”, refiere el escritor.

La primera, de ser líder en la industria acerera de Latinoamér­ica, hoy se convirtió en un parque luego de su quiebra, y la segunda fue vendida a la cervecera extranjera Heineken.

‘‘AMonterrey pronto se le hizo envejecer y ahora se le mira como a una abuela a la que sólo se apete- ce visitar de vez en cuando. Sus antiguas haciendas aledañas le fueron comiendo el mandado. Sobre todo San Pedro Garza García, epígono en miniatura de Wall Street.

‘‘Si antes San Pedro era de Monterrey, ahora Monterrey es de San Pedro”, concluye. Abraham Nuncio, colaborado­r de

en San Lázaro el 2 de diciembre de 2015 ■

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