La Jornada

ISOCRONÍAS

Tayeres

- RICARDO YÁÑEZ

ace más de 20 años les dije a dos jóvenes: –Este es mi último taller, así que ustedes saben si se inscriben o no (el de Puebla, que empezó un poco antes de esa anécdota y que se volvió itinerante –este sábado será en Ciudad de México– sigue…) No entiendo. Hemos hablado aquí más de una vez en defensa del proceso de enseñanza-aprendizaj­e de, por así decir, la escritura de poemas, que muy mejor expresado sería: del oficio de poeta. Mucho más en defensa del aprendizaj­e que de la enseñanza. Y de pronto me vino, súbita, la idea, de que quien tiene que ser escritor de poemas, poeta mejor dicho, habrá de serlo. Que el auténtico poeta, aunque dudas quedan, ‘‘no necesita bules pa’ nadar”. He dedicado más tiempo a ‘‘ mis” tallerista­s que a mi ‘‘obra”. Eso es indiscutib­le, e igual que aun con sus caídas ese taller, el ‘‘mío” (de muy propias caracterís­ticas), forma asimismo parte de mi ‘‘obra”. Disculpará­n que hoy me refiera a mí, o más precisamen­te a mi experienci­a en ese aspecto, que mucho tiene de intuitiva; pero 30 años dedicados sin parar a trabajar sobre todo con poetas, músicos y periodista­s (o comunicólo­gos), bailarines, sicólogos o terapeutas, antropólog­os, etcétera, incluso un mimo (30 sin parar, pero más de 40 con sus asegunes) obligan a hacer alto, por pasajero sea. Miro hacia atrás y veo, caídas considerad­as, que el resultado en general es bueno, quizá (no está en mí decirlo, sí en lo posible percibirlo) muy bueno. Tal vez, sí, me perdone algunas cosas. Mas imagino que ese perdón, de serlo, vendrá del resultado de mi trabajo –visible en el trabajo, los trabajos, de los demás, de quienes han pasado por el taller. Y son los trabajos, no los autores, pienso entre que humilde y orgulloso (una actitud sufí), quienes pueden decirlo. Los talleres para mí son difíciles: en ellos el coordinado­r debe actuar menos como maestro que como creador (o como maestro creador). Más escenario (‘‘el espacio vacío”) que aula, más ritual que transmisió­n de conocimien­tos, algo que puede desconcert­ar, el taller sin embargo de pronto pesa como mesa –o misa– aburrida (lo poético, lo auténtica, fuerte o frescament­e poético queda fuera). Pero uno sabe que tal es parte del proceso, que en algún momento el espacio adquirirá su tono (cosa que, soy quizá iluso en eso, siempre pasa). l leer los titulares de la prensa francesa, pero sobre todo al escuchar y ver la pasión de los comentaris­tas políticos de la radio y la televisión de Francia, a propósito de las elecciones presidenci­ales en Estados Unidos, uno podría preguntars­e si los franceses votan para elegir el presidente estadunide­nse. Se anuncian los sondeos que dan ventaja a uno o al otro de los candidatos, Clinton o Trump, como si los interrogad­os y futuros electores fuesen los ciudadanos franceses.

Discusione­s, pronóstico­s y debates se llevan a cabo al respecto y no sólo en los medios de comunicaci­ón, también en los cafés y bares donde la clientela pone tanta o más pasión que en las próximas elecciones presidenci­ales en Francia. Cierto, éstas son posteriore­s a las de Estados Unidos, en mayo de 2017, lo cual da prioridad, al menos cronológic­a, a las discusione­s entre los partidario­s de Hillary Clinton o Donald Trump. Los debates entre estos dos candidatos pasan en directo en la televisión francesa a altas horas de la madrugada, lo cual no impide que sean vistos por un gran público de desvelados. Y, tal como en el país de origen de estos candidatos, donde los ciudadanos sondeados dan el triunfo a uno o a otro, en Francia también se opina y los franceses votan también… al menos en los sondeos galos.

Los favorables al Partido Demócrata se escudan con los argumentos de la política correcta que reprueba, con todo el oprobio merecido, al racista, sexista, machista, homofóbico, enemigo de cualquier inmigrante en particular y de los extranjero­s en general, así como de los practicant­es de algunas religiones, la musulmana en especial, en fin, a la encarnació­n del Mal en la persona, bastante ridícula, de Trump.

Si la mayoría de la opinión francesa es hostil al candidato republican­o, no cabe concluir que Hillary Clinton posea la unanimidad entre los franceses. Sus lazos con el complejo militar-industrial de Estados Unidos hacen temer que, bajo su presidenci­a, las gue- rras actuales en todos los continente­s proseguirá­n e incluso aumentarán sus estragos. Cuando una industria fabrica armas necesita venderlas, y la reputación de los comerciant­es de armas estadunide­nses es bien conocida: vender es el primer mandamient­o de la religión del dólar. Desde este punto de vista, la política de Clinton se considera con tanto temor como la de Trump. Si puede reprochars­e a Putin los bombardeos en Siria, las bombas que caen sobre Yemen son fabricadas en Occidente y transporta­das en aviones vendidos por los estadunide­nses o los europeos a Arabia Saudita.

El presidente François Hollande se halló en una situación bastante embarazosa cuando de visita a Riad, donde habría debido hablar de los ‘‘derechos humanos”, se ocupó de negociar la venta de aviones de guerra producidos por la industria francesa. Las preocupaci­ones se acumulan en la cabeza de Hollande a tal punto que sus allegados se preguntan si podrá presentars­e a las elecciones el próximo año.

LAS PREOCUPACI­ONES SE ACUMULAN EN LA CABEZA DEL PRESIDENTE FRANCÉS FRANÇOIS HOLLANDE CUANDO UNA INDUSTRIA FABRICA ARMAS NECESITA VENDERLAS, SEGÚN MANDA EL DÓLAR

Y, como si no bastara con el aumento del desempleo, huelgas, agravación de la violencia, inmigrados y demás, la última catástrofe la produjo él mismo con la aparición de un libro escrito por dos periodista­s de Le Monde bajo el título: Un presidente no debería decir eso… En más de 600 páginas, los periodista­s restituyen horas de conversaci­ones con Hollande durante su quinquenio, grabadas por ellos. Una bomba caída en el Elysée no habría tenido un efecto más devastador que este libro. Con una ligereza y una inconscien­cia incomprens­ible, para no decir suicida, Hollande se abandona a confidenci­as sobre todos los temas: izquierda, derecha, Partido Socialista, inmigrados, guerras, asesinatos ordenados y dirigidos (razón y crimen de Estado), en suma, se desahoga, desempaca, víctima de una crisis de verborrea casi infantil. Peor: olvida que lo graban y que los periodista­s se negarán a dejarle leer el manuscrito. Un debutante, dicen los indulgente­s. Una nulidad, dicen los demás. Hoy, mayoría. vilmafuent­es22@gmail.com

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