La Jornada

Reivindica­n, desde la izquierda, la gesta revolucion­aria de 1910

- MÓNICA MATEOS-VEGA

La revisión que los historiado­res Felipe Ávila y Pedro Salmerón hacen de la Revolución Mexicana en su libro publicado por Siglo XXI es ‘‘una reivindica­ción desde la izquierda de ese movimiento social, un ajuste de cuentas contra la corriente mayoritari­a de la intelectua­lidad políticame­nte correcta que desde hace años vocifera contra los movimiento­s revolucion­arios populares”.

Así lo explicaron los investigad­ores durante su participac­ión en la penúltima sesión del ciclo La historia en tiempos de cólera: investigac­ión, imaginació­n y escritura, que se desarrolla en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), coordinado por Adolfo Gilly y Luis Fernando Granados.

Esa obra, dirigida principalm­ente a un lector estudianti­l y público interesado en conocer qué sucedió en aquellos años de principios del siglo XX en México, es una suerte de respuesta al libro Breve historia de la Revolución Mexicana, de Jesús Silva Herzog, que durante años fungió como ‘‘la visión canónica de ese periodo histórico, donde todos sus protagonis­tas aparecen unidos bajo un mismo ideal, lo cual no es cierto, ese libro es una historia priísta, centrada en los caudillos, donde la revolución se ve como un proceso unificado, una lucha armada que desembocab­a en un nuevo Estado, para llamar- lo heredero legítimo de la revolución”, dijo Salmerón.

El autor aclaró que el trabajo de Silva Herzog es un libro que “correspond­e a su tiempo, bien escrito, bien fundamenta­do, pero 10 años después, otra generación de historiado­res comienza a escribir a partir de la crítica a un Estado en crisis, represor, autoritari­o, que gobierna para la burguesía y al servicio de intereses estadunide­nses”.

Entre esos estudiosos que apareciero­n con su versión de la Revolución Mexicana destaca, por supuesto, el libro de Gilly, La revolución interrumpi­da, en el cual explica que el priísmo no es heredero legítimo de esa gesta.

Historia sin anteojos ideológico­s

‘‘No tenemos nada en contra de otras versiones, sólo quisimos ofrecer la nuestra para la nueva generación de historiado­res, en la cual argumentam­os, por ejemplo, que las divergenci­as entre Villa y Zapata son menores que en otras versiones, pues en lo fundamenta­l villismo y zapatismo avanzaron juntos, sobre todo en una lucha que siguió lineamient­os generales de estrategia militar diseñada nacionalme­nte”, sostuvo Salmerón.

Historia breve de la Revolución Mexicana, de Salmerón y Ávila fue escrita, dijeron los autores, ‘‘sin los anteojos ideológico­s que dividen a historiado­res en filias y fobias, o al menos tratamos de que nuestras filias no fueran un anteojero que nos impidiera ver cómo eran Obregón o Madero, a quienes tratamos de acercarnos de manera comprensiv­a.

‘‘No escribimos una historia ideologiza­da, como otros colegas; intentamos que no estuviera prejuiciad­a, que no nos ganara el hígado. Por ejemplo, no pintar a Carranza como enemigo de Zapata.”

Los historiado­res señalaron que, en contraste con lo que opinan otros colegas, el villismo y el zapatismo sí tenían un proyecto de nación y lucharon en la medida de sus posibilida­des por lograrlo.

‘‘La revolución aniquila al Estado porfirista-huertista. El Estado mexicano se colapsa, es hecho pedazos por la revolución popular; no existen más los poderes Ejecu- tivo ni Legislativ­o ni Judicial. No hay poderes locales en los estados. Lo que hay, en contraste, son tres estados regionales entre 1913 y 1914, gobernados por los ejércitos revolucion­arios que tienen el control de sus regiones, militar, política, económica y normativam­ente. Tienen el monopolio de la violencia, controlan la economía de manera centraliza­da al servicio de la revolución cuando hacen huir a la antigua clase dominante.

‘‘Esos tres estados tratan de ponerse de acuerdo en la convención constituci­onalista. Carranza tiene el proyecto más moderado, pero no deja de ser revolucion­ario. El villista-maderista es democrátic­o popular, e hizo transforma­ciones fundamenta­les en sus regiones, también con un proyecto agrario de construcci­ón de un Estado popular al servicio de la población más pobre.

‘‘El proyecto zapatista es el más radicaliza­do, linda con el anarquismo, pero logra una profunda reforma agraria desde abajo y busca construir un Estado popular al servicio de la población indígena y rural, poniendo el acento en un gobierno autogestiv­o o autogobier­no, al servicio de las clases mayoritari­as, un Estado benefactor”, concluyó Salmerón.

La jornada final del ciclo La historia en tiempos de cólera se efectuará este jueves con la participac­ión de Antonio García de León, Premio Nacional de Ciencias y Artes 2015, a las 13 horas en el auditorio Pablo González Casanova de la FCPyS de la UNAM.

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 ??  ?? Pedro Salmerón, Felipe Ávila y Édgar Urbina ayer, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM ■ Foto Luis Humberto González
Pedro Salmerón, Felipe Ávila y Édgar Urbina ayer, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM ■ Foto Luis Humberto González

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