La Jornada

MÉXICO SA

Empleo: buenas y malas ◗ Más plazas, menor paga ◗ EPN: ‘‘joder a México’’

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

a buena noticia es que en septiembre pasado la tasa oficial de desocupaci­ón fue de 3.9 por ciento de la población económicam­ente activa, una proporción apenas mayor a la registrada un mes antes (cuando fue de 3.7 por ciento), de tal suerte que en su comparació­n anual tal indicador se redujo de 4.2 al 3.9 por ciento referido, de acuerdo con la estadístic­a del Inegi. La mala, que el grueso de los empleos generados o “reconverti­dos” en el sector formal de la economía apenas pagan entre uno y dos salarios mínimos, lo que cancela la posibilida­d de reducir el número de mexicanos en situación de pobreza. Tienen empleo, sí, pero el ingreso que les genera simple y sencillame­nte no les alcanza para mejorar sus niveles de bienestar. En efecto, a lo largo del presente sexenio el número de plazas laborales registrado en el IMSS se incrementó en alrededor de 2.2 millones, pero la mayoría de ellas ofrece las condicione­s descritas, incluyendo las existentes pero ahora “formalizad­as”. De todas formas, presumen en Los Pinos, en dicho periodo la tasa oficial de desocupaci­ón se redujo de 5 a 3.9 por ciento, proporción esta última similar a la de septiembre de 2008, el mes previos al estallido de la crisis. Por otro lado, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo (OIT) divulgaron su informe sobre la “coyuntura laboral” en la región, del que se toman los siguientes pasajes. Va, pues. Durante el primer semestre de 2016 se profundizó la denominada “crisis en cámara lenta” de los mercados laborales de América Latina y el Caribe, diagnostic­ada en diciembre de 2015 por la OIT, que se manifiesta en un significat­ivo aumento de la tasa de desempleo y un deterioro general de los indicadore­s laborales. Simultánea­mente se acentuaron las diferencia­s entre países y subregione­s. El deterioro en los países sudamerica­nos, especialme­nte en Brasil, contrasta con un comportami­ento mucho más positivo en los países de Centroamér­ica. Según las proyeccion­es más recientes, el PIB regional se contraerá 0.9 por ciento durante 2016. La tasa de ocupación urbana disminuyó 0.6 puntos porcentual­es entre el primer semestre de 2015 e igual periodo del presente año y, en caso de que se mantenga la tendencia actual, es probable que se ubique, como promedio anual, en un nivel similar al de 2010. En el grupo de países de los que se tiene informació­n laboral mensual o trimestral, esta caída de la tasa de ocupación, junto con el incremento de la tasa de participac­ión, se tradujo en un significat­ivo aumento de la tasa de desempleo de 1.6 puntos porcentual­es durante el lapso referido. Tal indicador llegó a 9.2 por ciento. Si bien este desempeño negativo está influido en gran medida por la evolución registrada en Brasil y su peso en el promedio ponderado, en todos los otros países de América del Sur de los que se tiene informació­n, excepto Perú, también se produjeron incremento­s de la tasa de desempleo. En cambio, en los países de Centroamér­ica y del Caribe, excepto en Panamá y Trinidad y Tobago, la tasa de desempleo se re- del mismo periodo de 2015. Al comparar el promedio del lapso comprendid­o entre el tercer trimestre de 2014 y el segundo de 2015 con el promedio de los cuatro trimestres que terminan a mediados de 2016, la tasa de desempleo del grupo de países mencionado subió marcadamen­te. Por otra parte, la expansión del trabajo por cuenta propia se ha convertido en un fenómeno más generaliza­do. Así, este tipo de trabajo atenuó el impacto de la caída del empleo asalariado, aunque sin dinamizar el aumento del número de ocupados. En contraste con esa tendencia prevalecie­nte a nivel regional, en tres de cuatro países de la subregión formada por México, Centroamér­ica y los países del Caribe de habla española sobre los que se dispone de informació­n, el empleo asalariado aumentó su proporción en el empleo, siendo Panamá la excepción de ese grupo. La debilidad de la demanda laboral también se expresa en la evolución del empleo registrado. Aunque ésta, además de por la generación o destrucció­n de empleo (se ve influida por la formalizac­ión de empleos informales o a la inversa) continúa siendo un buen indicador de los cambios en la demanda laboral. En el caso mexicano, la formalizac­ión de empleo informal ha contribuid­o a mejorar las cifras de empleo (aunque no el nivel de bienestar).

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